El reciente viaje a Estados Unidos emprendido por una amplia delegación vasca liderada por el lehendakari, Imanol Pradales, ha permitido a las instituciones vascas tomar in situ el pulso a una realidad tensa, convulsa y muy inestable a nivel global tras el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca, pero para la que siguen existiendo oportunidades de relación, consolidación de puentes sociales, económicos y culturales y también de negocio desde Euskadi. El objetivo marcado por el lehendakari para su primer gran periplo internacional en Washington y Nueva York ha sido, precisamente, la búsqueda de oportunidades en esta coyuntura tan preocupante y al mismo tiempo tan cambiante, así como el de tejer nuevos lazos en todos los ámbitos más allá del “ruido estridente” –en palabras del propio Pradales– que provocan las palabras, amenazas y decisiones de Trump. Es decir, abrir nuevas vías de comunicación y relación que generen o fortalezcan nexos más allá de las trabas ultraproteccionistas. La imposición de aranceles a productos procedentes de Europa va a tener un impacto importante para la industria vasca. De ahí la importancia de explorar la realidad de los centros donde se toman las decisiones estratégicas –incluidos los poderosos lobbies norteamericanos–, recibir los imputs de por dónde pueden transitar las necesidades a futuro y trabar nuevos lazos que puedan desarrollar nuestras empresas. No hay que olvidar que EE.UU. ocupa el cuarto puesto como país receptor de las exportaciones vascas en sectores clave como la energía, la maquinaria y los bienes de equipo, la automoción y la biosalud, mientras el sector aeronáutico y aeroespacial vasco puja por el liderazgo en un mundo especialmente competitivo. En este sentido, durante su estancia en EE.UU., Pradales anunció que el Gobierno vasco va a reforzar la presencia en Washington mediante la apertura de una delegación permanente, precisamente para fortalecer las capacidades políticas y económicas en el país en estos tiempos de altísima incertidumbre. Ello, junto a los contactos políticos y económicos establecidos, el impulso al Museo Guggenheim de la mano de la Fundación neoyorkina y la próxima instalación en Donostia del procesador cuántico más potente de Europa por IBM conforman un balance fructífero y esperanzador del viaje del lehendakari.