El presidente del Euzkadi Buru Batzar del PNV, Andoni Ortuzar, despejó ayer la última incógnita del proceso de renovación de las estructuras internas e institucionales de su partido, que será completa al anunciar su decisión de no optar a otro mandato pese al respaldo mayoritario de la militancia en la primera vuelta. El anuncio evita, como el propio Ortuzar ponderó, situar a las bases jeltzales en una disyuntiva que proyecte la sensación de pugna personal entre dos “amigos” como identifica Aitor Esteban su vínculo con el presidente al que está destinado a suceder. En primer lugar, porque no respondería a la naturaleza coral de la profunda reflexión estratégica que se materializará en la decisión de la militancia sobre las cinco ponencias que deberán votarse en la Asamblea General de marzo. Pero, además, porque la prioridad del PNV en su renovación interna ha sido, y así lo han reiterado sus principales protagonistas –los citados más Markel Olano, tercer nombre más señalado por la militancia–, la de cohesionar y reforzar la tradición de unidad en la que se ha desempeñado. Unidad desde un ejercicio de democracia interna y soberanía de la militancia que inevitablemente proyecta, y a veces magnifica, puntos de vista discrepantes inherentes a toda organización política que practica el debate en su seno pero que ha aflorado de forma constructiva y reforzada en comparación con procesos equivalentes en otros partidos. El consenso más firme es el que nace de esa práctica y no el que se impone sin debate, acaudillado por una línea de opinión férrea que agote la posibilidad de aportar. No se oculta que el PNV se ve sometido a la inquietud de un cambio de percepción social que ni se circunscribe a Euskadi ni lo hace a este partido. Pero, en tanto organización institucional y de gobierno, se ha visto sometida a un desgaste excepcional por situaciones excepcionales que han limado al amplísimo respaldo social que trajo un periodo de estabilidad al país y una representación institucional mayúscula bajo el liderazgo saliente. Un liderazgo que Ortuzar abandona para dejar el camino libre al hoy portavoz en el Congreso hacia un refrendo de la militancia que pueda preservar a su organización de desgarros desde la generosidad, consciente de que el todo siempre será más representativo que cualquiera de las partes.
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