Dentro de una semana, Donald Trump jurará su cargo como presidente de Estados Unidos tras haber ganado las elecciones celebradas el pasado 5 de noviembre. Será la segunda vez en la que el magnate norteamericano estará al frente del país más poderoso del mundo. Será, por contra, la primera vez en la historia en la que toma posesión como presidente un convicto, es decir, una persona que ha cometido un delito: un delincuente. La sentencia dictada el pasado viernes por el juez del tribunal de Nueva York Juan Merchan confirma la condena de culpabilidad por un total de 34 cargos contra Trump dictaminada en mayo del pasado año por un jurado popular por falsedad documental con el objetivo de ocultar un pago de 130.000 dólares a la exactriz porno Stephanie Clifford, conocida como Stormy Daniels, a la que pagó para que no revelase una supuesta relación extramatrimonial. Sin embargo, el juez decretó para él una “liberación incondicional” que le libra de la cárcel y de otras penas como multa, debido a las “protecciones legales que acompañan al cargo de presidente de EEUU”, según especificó el magistrado. Este eximente de cumplimiento de la pena no elimina en absoluto la culpabilidad de Donald Trump ni la gravedad del delito cometido, en especial para alguien que ha ejercido y va a volver a ejercer la máxima responsabilidad en la Administración estadounidense. Aunque para el magnate la sentencia supone uno más de los episodios de “persecución política” que de manera falsa e hipócrita viene denunciando como una “caza de brujas”, lo cierto es que esta condena –así como otras muchas denuncias en las que está encausado– supone una deshonra más que pasará a las páginas negras de la historia de Estados Unidos. En este mismo contexto, es significativa la renuncia del fiscal federal norteamericano Jack Smith, responsable de investigar la implicación de Trump en el asalto al Capitolio el 6 de enero de 2021 y los intentos de influir en el resultado de las elecciones presidenciales de 2020, entre otras cuestiones como el supuesto uso irregular de documentos secretos por parte del líder republicano después de dejar la Presidencia. El regreso de Trump a la Casa Blanca augura múltiples conflictos internos y externos de incalculables consecuencias.
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