Fuentes oficiales del nuevo Gobierno europeo de Von der Leyen pregonan que la propuesta que finalmente formule para la habilitación en países terceros de centros de deportación de migrantes respetará el Derecho Internacional. Un ejercicio de filibusterismo político, pues esas cárceles externalizadas representan en sí mismas una conculcación de la Carta de Derechos Fundamentales de la UE, cuya soberanía se pone además en solfa por ceder la gestión migratoria. En el fondo, lo que subyace en la posición de la mandamás de la otrora humanista Europa es la asunción de las posiciones ultras de la neofascista Meloni tras naturalizar su discurso xenófobo el Partido Popular Europeo. Como derivada, la alarma ante la probabilidad de que el Viejo Continente quede al albur del retrógrado eurocentrismo colonialista, al que los grupos socialista, liberal y de izquierda alternativa deben plantear un dique de contención con el foco en la gestión compartida de los flujos africanos en huida del hambre y la guerra. Con una apuesta en paralelo por la creciente contratación en origen, además de procurar un modelo de atención personalizada para una temprana integración efectiva vinculada a la inserción laboral. Más allá de las connotaciones éticas de una problemática que sólo se puede abordar desde una mínima empatía con las personas desplazadas en exposición de su propia vida, siquiera porque también se halla en riesgo el propio relevo laboral en sociedades avanzadas donde los mayores de 64 años triplican a los menores de 16. Si la mano de obra extranjera ya capitaliza los nichos de empleo de los cuidados y la hostelería, ahora emerge con fuerza en la construcción y el sector primario, así como de forma incipiente en la industria. Por añadidura, las personas llegadas de fuera soportan la natalidad y por tanto el sistema público de pensiones en un contexto de reto demográfico por el envejecimiento de una población que cada vez vive más y consume más recursos públicos. Frente a la evidencia de que necesitamos a los inmigrantes que en otros tiempos también fuimos, la derecha extremada persiste en su homologación a la delincuencia. Se impone la pedagogía social contra los bulos que alientan el miedo a la inmigración porque da votos entre los colectivos autóctonos más vulnerables. Desde la observancia de los Derechos Humanos más elementales, se trata de personas con su dignidad inalienable, no carnaza electoral.
- Multimedia
- Servicios
- Participación