A escasos días ya de que arranque la campaña para las elecciones europeas del 9 de junio, la perspectiva de un importante giro a la derecha y la extrema derecha en la UE parece cada vez más probable. Los últimos movimientos que se están produciendo en varios países y también en las formaciones conservadoras así lo vienen corroborando. No se puede olvidar que países como Italia y Hungría están ya gobernados por fuerzas ultraderechistas y que partidos extremistas, populistas y xenófobos están en auge, como se ha visto también en las elecciones catalanas, en cuyo Parlament hay ya dos grupos de extrema derecha. Los cada vez más duros mensajes sobre migración, no solo ya de los partidos ultras sino desde los propios Estados –especialmente grave y preocupante es la carta enviada por quince países miembros de la UE a la Comisión en la que reclaman “explorar” la creación de centros fuera del territorio comunitario para enviar a los solicitantes de asilo–, están generando un peligroso caldo de cultivo que exacerba el enfrentamiento y la polarización en la sociedad europea. La normalización por parte de la derecha tradicional de estos planteamientos que hasta ahora tenían el rechazo unánime de los partidos democráticos de toda Europa está resquebrajando los valores compartidos y ya se plantea la ruptura del cordón sanitario a las fuerzas ultras. En las últimas semanas, distintos episodios violentos sucedidos en el seno de la UE han disparado las alarmas sobre el extremismo que se está extendiendo por el continente. El ataque perpetrado el pasado 4 de mayo por varios jóvenes ultraderechistas contra el eurodiputado y candidato socialdemócrata alemán, Mattias Ecke, que tuvo que ser hospitalizado, y el atentado sufrido este miércoles por el primer ministro eslovaco, el populista Robert Fico, que recibió cinco tiros y se encuentra muy grave, apuntan a que los discursos y las políticas del odio siempre llevan en su seno la semilla de la violencia. Frente a ello solo cabe una profundización real en los valores y principios democráticos, cuyos fundamentos de libertad, igualdad y justicia se están debilitando peligrosamente, contribuyendo así al extremismo, la polarización y la confrontación que llevan a la ruptura social. La campaña y las elecciones del 9-J apuntarán el rumbo que tomará en este sentido la Unión Europea.