El homenaje tributado ayer al sargento mayor de la Ertzaintza y militante del PNV Joseba Goikoetxea en el 30 aniversario de su asesinato por parte de ETA se convirtió en una reivindicación de la convivencia. No era la primera vez que al acto organizado por familiares y amigos del ertzaina, encabezado por su viuda Rosa Rodero, acudían exmiembros de ETA, referentes de la llamada vía Nanclares, críticos con la violencia que ejercía la organización armada. Ya hace diez años, Carmen Guisasola, que estuvo en la cárcel durante 24 años por varios atentados de ETA, acudió al homenaje a Goikoetxea y se fundió en un abrazo con Rodero, lo que en aquel momento causó un importante revuelo y que fue considerado un gesto pionero hacia la convivencia basada en la memoria crítica del pasado –eso, al fin y al cabo, ha representado la vía Nanclares– y que posteriormente tuvo distintas secuelas. Ayer, tanto la viuda de Goikoetxea como Guisasola, que acudió acompañada de Joseba Urrusolo Sistiaga, otro destacado exmiembro de ETA que también fue expulsado de la banda por su postura contraria a la violencia, apelaron directamente a la convivencia y al diálogo, una “lucha bonita”, según afirmó Rodero, quien insistió en que siempre ha desarrollado esa batalla por su marido, amante también de la paz y de la resolución de los conflictos mediante la palabra. La carta que entregó ayer Carmen Guisasola a Rodero, motivada por el gesto que llevaron a cabo la viuda de Goikoetxea y Cristina Sagarzazu, viuda a su vez de Montxo Doral, otro ertzaina asesinado, de acudir a un homenaje a Santiago Brouard, muerto en atentado del GAL, resume a la perfección esta apuesta por la convivencia. Una apuesta sincera y decidida no en abstracto, sino de compromiso firme dentro del contexto de la memoria crítica y del referente de las víctimas y que choca directamente con la muy habitual tentación que mantienen algunos sectores dentro de la izquierda abertzale de ocultar la carencia ética bajo un manto de retórica y de juegos semánticos. Lo resumió de forma clara Carmen Guisasola ayer cuando insistió en que aún quedan “pasos” por dar en la convivencia porque “no hay una sociedad normalizada” aún. El ejemplo de estas mujeres, que era también el gran deseo de Joseba Goikoetxea, es el de esta “lucha bonita” de la que habló Rodero y que aún sigue siendo necesaria.