El momento político apela a la responsabilidad de todos los agentes encomendados constitucionalmente a desempeñar la función de representación ciudadana. Este sencillo enunciado es en sí mismo una oportunidad y también un preocupante reto. La legislatura arranca con una mayoría absoluta que requiere firmeza en el compromiso de quienes la sostienen. Firmeza entendida en términos de realismo sin renuncias o, si se prefiere, de ambición con generosidad. Para empezar, el rol de oposición debe ser asumido con responsabilidad por quienes hasta la fecha no han hecho alarde de ella. Núñez Feijóo debe pasar la página de la frustración y despegarse de la estrategia de Vox, que ha sido la suya. Hay presidente, hay legislatura, habrá amnistía y podrá mostrar su rechazo a todo ello y en las instituciones, pero mantener la movilización, agitar la ira populista en los términos de las últimas semanas sería, más que irresponsable, golpista. La derecha ha acreditado que, como alternativa, la suya conduce al abismo del desencuentro social, la conflictividad institucional y la inestabilidad económica consecuencia de las dos anteriores. La mera constatación de esta amenaza ha podido servir para empastar una investidura pero no soportará por sí sola una legislatura. Sánchez tiene la oportunidad de construir un nuevo escenario y la obligación de mostrar a partes iguales convicción en sus compromisos y seriedad con el proceso normativo. No pueden reproducirse errores del pasado ni caer en un furor legislador que huela a recentralización porque romperá el hilo de confianza de sus socios. Un hilo que mide su grosor en función del reforzamiento del autogobierno. Con generosidad en la exigencia de sus socios, pero también con firmeza para soportar unas tensiones que se verán afectadas por los procesos electorales en Euskadi y Catalunya, donde se reproducirá el doble eje de modelos nacionales y socioeconómicos divergentes que enfrentan a PNV y EH Bildu en un lugar y a ERC y Junts en el otro. La necesidad ha sido siempre la llave de la voluntad de Madrid ante ambas realidades nacionales. Ahora, la necesidad es grande para el gobierno de Sánchez y esto le anima al reconocimiento y la bilateralidad. Pero debe entender que no se le pide que haga concesiones sino que participe de consensos con lealtad.