El día después de que la CNMV declarase como fallida la opa del BBVA sobre Sabadell -al obtener apenas el apoyo del 25% de los accionistas- ambas entidades trataron de enfocar su punto de vista en el futuro inmediato, que pasa en ambos casos por las retribuciones a sus accionistas. Pero los efectos de la severa derrota de BBVA van a marcar la evolución, al menos a corto plazo, tanto para los dos bancos como para el mercado financiero español, que se enfrenta a los continuos mensajes de Bruselas para que reduzca tamaño, de forma que gane competitividad frente a los gigantes bancarios estadounidenses y chinos, cda vez más poderosos. 

En todo caso, la primera reacción del presidente del BBVA, Carlos Torres, fue la de descartar su dimisión, puesto que su continuidad al frente del banco vasco “no dependía del resultado de este proceso”. El rector de la entidad admitió la derrota y la decepción que conlleva, en un proyecto que contaba con un fuerte sello personal por la persistencia de él mismo en sacarlo adelante, pero defendió el objetivo y la forma de proceder del banco en estos 17 largos meses. “Nuestra labor es intentar aquellas cosas que tienen sentido”, justificó. Preguntado sobre si volverá a intentar en el futuro otra opa sobre el Sabadell, fue tajante: es “un capítulo cerrado”. El máximo mandatario señaló que la integración con el Sabadell hubiera sido una operación “fantástica”, pero si no ha podido ser “eso no es una razón para dimitir” y, además, afirmó que se siente “plenamente respaldado” no solo por el consejo de administración sino por la junta de accionistas.

En todo momento hicimos lo que creíamos que teníamos que hacer”, argumentó Torres, que mostró su respeto por la decisión de los accionistas del Sabadell -tres cuartos del accionariado- de no sumarse a la opa. No obstante, insistió en que se trataba de una oferta buena para todos: clientes, accionistas, empleados, España y Europa. Que la opa no haya prosperado es “una oportunidad perdida para todos”, añadió. A su juicio, aunque BBVA había amarrado el apoyo de los grandes accionistas institucionales, no consiguió lo mismo en el caso de los pequeños accionistas, “quizá por la expectativa de una segunda opa”, y subrayó que “sin duda” también influyó la opinión contraria de los dos principales ejecutivos del Banco Sabadell, el presidente Josep Oliu y el consejero delegado de la entidad, César González-Bueno. Según Torres, la rotunda negativa de ambos ha podido arrastrar también a los fondos pasivos, también llamados indexados, que replican la evolución de algunos índices, pues en su opinión han acudido con porcentajes muy bajos.

Pero Torres no dejó pasar la oportunidad para criticar algunos pasajes de la historia, con especial atención en dos aspectos. Por un lado, el proceso de autorización en la CNMC fue “mucho más largo” del que estaba previsto, ya que se tomaron decisiones que “no tenían precedentes”. En este sentido, apuntóa que el regulador trasladara la operación a fase 2, que era algo que no había ocurrido antes en el sector bancario. Este es uno de los motivos que, a su juicio, ha afectado al proceso, porque los retrasos “añaden incertidumbre”, algo que “no es bueno”. Además, Torres pidió revisar el decreto sobre el régimen de las ofertas públicas de adquisiciones, que necesita “al menos un refresco”. “Hemos visto a lo largo de este largo proceso que ha habido determinados artículos que no son suficientemente claros y están sujetos a interpretaciones y ambigüedades”, lamentó el presidente del BBVA.

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En todo caso, a partir de ahora, el BBVA se centrará en continuar con la hoja de ruta trazada y divulgada el pasado julio, cuando comunicó un récord de beneficios semestral de 5.447 millones de euros, un 9% más interanual. El banco espera obtener un beneficio atribuido acumulado en cuatro años de 48.000 millones de euros y prevé disponer de 36.000 millones de capital para distribuir entre sus accionistas hasta 2028. A corto plazo, y motivado también por el fracaso de la opa, eso significa que el banco vasco va a acelerar su plan de retribución al accionista. Así, iniciará el próximo 31 de octubre una recompra de acciones pendiente de cerca de 1.000 millones y el 7 de noviembre pagará el mayor dividendo a cuenta de su historia (0,32 euros por título), por cerca de 1.800 millones de euros. Un primer estudio realizado por la casa de análisis de valores Jefferies considera que BBVA podría distribuir un 40% del valor del banco hasta 2028 entre sus accionistas vía dividendos o recompras de acciones.

Desde el Gobierno central, la vicepresidenta primera, María Jesús Montero, expresó su respeto a la decisión de los accionistas y defendió que España cuenta con un “magnífico sistema financiero”. Montero señaló que el Ejecutivo siempre trasladó que su función era “defender el interés general” y así se hizo “desde el primer momento”, dejando claro que “la capilaridad del sistema financiero tiene que estar presente en todo el territorio”. Por su parte, los sindicatos UGT y CC.OO. se felicitaron por el desenlace del proceso, al entender que de, haber salido adelante, hubiera afectado al empleo.