Los expertos ya avisaron de que el comportamiento del actual episodio de crecimiento de la inflación no ofrecía muchas pistas sobre su predictibilidad. Y ayer, con el dato del IPC correspondiente al mes de abril, se pudo comprobar. La inflación subió un 0,8%, hasta el 4,1% interanual durante ese mes, lo que la coloca de nuevo en senda claramente ascendente. No obstante, la buena noticia viene por el lado de la inflación subyacente - el índice general sin recoger datos de alimentos no elaborados ni productos energéticos- que desciende y pasa del 7,5% al 6,6%, valores todavía altísimos.

La razón al aumento de la inflación general hay que encontrarla, principalmente, en que “el descenso de los precios de la electricidad es menor que el registrado en abril de 2022, y el aumento de los carburantes que bajaron en abril del año anterior”, explicó en una nota el INE. En sentido inverso, los alimentos y bebidas no alcohólicas, cuyos precios crecieron menos a lo largo de este mes que en abril del pasado año. Sin embargo, la inflación subyacente es la que sigue golpeando con dureza a las familias y, pese a su descenso, es de esperar que continúe en tasas elevadas.

Prueba de que la situación es -y va a seguir siendo- complicada es que la inflación general no subía tanto en un mes desde mayo del año pasado. Además, en tasa mensual, los precios de consumo registraron en abril un aumento del 0,6%, dos décimas más que la tasa de marzo. El Ministerio de Asuntos Económicos se apresuró a subrayar que el alza en la inflación se esperaba, y lo atribuyó al efecto base, ya que para la comparación interanual se debe tener en cuenta que en abril del año pasado es cuando comenzaron a funcionar medidas como la bonificación a los carburantes.

ALIMENTOS

Desde el Gobierno insistieron, según informó la agencia Efe, en que la tasa del IPC general fue “la mitad” de la registrada el año antes, y que “el conjunto de medidas adoptadas el pasado diciembre seguirán contribuyendo a amortiguar la evolución de la inflación”. En efecto, en abril del año pasado la inflación era del 8,3%, un baremo que siguió incrementándose sin freno hasta alcanzar su valor más alto en julio, con un 10,8%. En cuanto a la subyacente, todo indica que va a continuar en cifras altas, sobre todo si se tiene en cuenta que la sequía ya está pasando factura al sector agroalimentario. En cualquier caso, pese a su caída en abril, el 6,6% sigue constituyendo un valor muy elevado, y es apenas un 0,4% menos que en el comienzo del año. El Banco de España, pese a que mantiene desacuerdos en algunas políticas económicas implementadas por el Ejecutivo de coalición, ha reconocido en su último informe que las medidas adoptadas por el Gobierno para apoyar a hogares y empresas frente a los efectos de la crisis energética tuvieron el año pasado un impacto positivo sobre la tasa de crecimiento del PIB de 1,1 puntos porcentuales, y redujeron la inflación en 2,3 puntos porcentuales. Por otra parte, en abril, el Índice de Precios de Consumo Armonizado (IPCA) situó su tasa interanual en el 3,8%, siete décimas por encima de la registrada en el mes anterior. Los datos definitivos se conocerán el 12 de mayo.

EN DATOS

4,1%

El Índice de Precios de Consumo (IPC) subió un 0,6% en abril en relación al mes anterior y elevó ocho décimas su tasa interanual, hasta el 4,1%, volviendo así a los ascensos después de la bajada de más de dos puntos que experimentó en marzo.

Subyacente

caída. La inflación subyacente (sin alimentos no elaborados ni productos energéticos), bajó en abril un 0,9%, hasta el 6,6%, situándose 2,5 puntos por encima del IPC general, su menor brecha desde el pasado mes de diciembre y su menor nivel desde noviembre de 2022.

Producción

PIB. En lo que se refiere al PIB, tras crecer en el primer trimestre del año un 0,5%, elevó nueve décimas su crecimiento, desde el 2,9% al 3,8%, según el avance de datos del INE. No obstante, el consumo de los hogares cayó un 1,3%, lo que, de todas maneras, es cuatro décimas menos que en el trimestre anterior.