La pandemia de covid-19 no ha tenido un impacto significativo en el nivel emprendedor de la CAV a corto plazo, pero se observa que la incertidumbre que ha creado y el incremento del miedo al fracaso tendrán consecuencias en los próximos tres años, cuando se prevé una reducción de las intenciones de crear una nueva empresa.

Así lo constata el informe Global Entrepreneurship Monitor GEM correspondiente a Euskadi que ha sido presentado hoy en Donostia. Este estudio, en el que participan las universidades vascas Mondragon Unibertsitatea, Deusto y UPV/EHU, constata cierto avance de la actividad emprendedora en este territorio, donde un 5,25% de la población tiene una empresa de menos de 3,5 años de vida, pero también observa más reticencias a generar nuevos negocios.

A diferencia de la actividad económica ya consolidada, la pandemia de coronavirus no ha afectado al ecosistema emprendedor vasco, que mantiene su ritmo. Una diferencia que se muestra en el informe correspondiente a 2020-2021 con respecto al anterior se refiere a la motivación principal para establecerse como persona empresaria, dado que ahora se centra en "ganarse la vida" mientras que antes era generar riqueza o acceder a una renta muy alta.

El perfil no ha variado mucho y se mantiene en 40 años la edad media de la persona emprendedora, con una distribución de géneros muy equilibrada y una elevada formación. Más del 60% de este colectivo presenta un nivel de educación superior y postuniversitaria además de disponer de una renta un tercio superior a la media.

Respecto al tipo de negocio que entra a formar parte del tejido empresarial vasco destacan dos aspectos que conviene atender como son su tendencia a no crear empleo y su bajo perfil de internacionalización. De hecho, el GEM Euskadi constata que ninguna actividad emprendedora realizada en 2020 y 2021 ha generado un impacto en el mercado laboral, que define como la creación de más de 20 puestos de trabajo.

Los nuevos proyectos otorgan mayor importancia a los servicios intensivos en conocimiento que aquellos que ofrecen servicios básicos, lo que representa una mayor aportación de valor añadido a la actividad económica. Además, el colectivo emprendedor tiene interiorizadas las prioridades que desde el ámbito europeo como desde el vasco se han marcado para impulsar una economía competitiva y consolidada. Así, aumentan las ideas empresariales relacionadas con la industria, la energía y el saneamiento.

La positiva consideración que la Comisión Europea tiene de Euskadi, a quien califica de "polo de excelencia" en innovación, también se traslada a las nuevas empresas dado que aumenta la proporción de proyectos con algún grado de novedad en el producto. Como elemento a mejorar para fortalecer esta tendencia se encuentra que las innovaciones más radicales en producto, procesos y tecnologías han perdido peso, y son precisamente las que deben potenciarse para establecerse en un mundo globalizado en el que los costes comienzan a ser relegados por la calidad.

Las expectativas a tres años se han visto reducidas por el covid-19, aunque todavía se detectan personas emprendedoras cuyo perfil, por lo general, responde a una media de edad de 36 años y baja la renta media con respecto a sus antecesores, dado que solo el 36,3% tiene un nivel de partida medio-alto.

Precisamente la financiación es uno de los apartados abordados por el estudio, que como en años anteriores sitúa la principal fuente en los recursos propios, junto con el capital promotor, para obtener los 15.000 euros iniciales de media con el que se inicia un negocio, según los autores del informe. Tan solo uno de cada cuatro proyectos ha logrado acceder a financiación financiera que, por lo común, cubre el 64% de sus gastos.

OBSTÁCULOS

Esta falta de apoyo financiero se encuentra entre los principales obstáculos que los expertos del Observatorio Vasco del Emprendimiento-Euskadiko Ekintzailetzaren Behatokia EEB-OVE firmantes del informe han detectado para impulsar la actividad emprendedora en Euskadi. A este factor se le une la educación y la formación, junto con la capacidad emprendedora y las normas sociales y culturales, poco proclives a este tipo de iniciativas.

También observan fortalezas como las políticas y programas gubernamentales y el acceso a la infraestructura comercial y profesional. En este último punto, el GEM advierte de que los servicios de incubación "serán un puntal muy importante" en un momento en el que se prioriza la salida de la crisis generada por el covid.

Como recomendaciones, el EBB-OVE apunta a incidir en la educación emprendedora en las etapas más tempranas de la educación como son la primaria y la secundaria, lo que haría variar una cultura que en la actualidad valora más el trabajo por cuenta ajena. Del mismo modo, aboga por "poner el foco en el capital humano y generar mayor dinamismo empresarial".