- El administrador concursal de La Naval ha pedido a la jueza que tiene que dirigir el proceso de liquidación del astillero que acelere los plazos para que la venta por lotes de las instalaciones se produzca en un plazo aproximado de tres meses. Tras cerrarse el concurso sin una oferta por el conjunto de la compañía, el administrador, Carlos Palomino, está diseccionando en estos momentos los activos de la compañía para su subasta pública.

El esquema de venta se concretará las próximas semanas, pero Palomino considera que no es necesario agotar todo el plazo de exposición pública de los lotes -previsto inicialmente en seis meses- y aboga por reducir ese trámite a dos meses. A su juicio, los posibles interesados en comprar los activos del astillero los conocen de sobra y pueden hacer sus ofertas con relativa celeridad.

“Hemos presentado en el juzgado una propuesta, que previsiblemente se aprobará este mes, para modificar del plan de liquidación y acortar los plazos”, subrayó ayer Palomino en declaraciones a este diario. Tras esa modificación, se presentará la división por lotes, que se expondrán durante dos meses y posteriormente habrá un plazo de ofertas.

La subasta arrancará dentro de unos tres meses y, previsiblemente, antes del primer trimestre de 2021 el astillero de Sestao, segmentado, tendrá nuevos dueños. La primera pregunta que surge es si la intención del administrador de dar más ritmo al proceso responde al interés que despierta La Naval entre posibles compradores.

La realidad apunta en dirección contraria. El movimiento “obedece a que en la primera fase, en la que se intentó vender el astillero de forma conjunta, se consumió mucho tiempo”. Palomino asegura en ese sentido que, tras fracasar la venta del astillero, “un plazo de información pública de seis meses es, francamente, ridículo” porque el astillero lleva mucho tiempo en el escaparate y los posibles inversores conocen de sobra la oferta. “Reducir el plazo a dos meses es lo más lógico”, subraya el administrador concursal.

La labor de cirujano que desempeña en estos momentos Carlos Palomino, separando la grasa del músculo y del hueso -los activos atractivos de los que no lo son- es muy compleja. Los sindicatos le han pedido que el diseño de los lotes se haga de tal forma que se garantice que las instalaciones sigan teniendo un uso industrial, al menos en parte.

Esa posibilidad pasa por que, por ejemplo, no se venda la maquinaria aparte y que se ligue su utilización futura al terreno en el que históricamente ha desarrollado su actividad el último gran astillero vasco. El administrador concursal apela a la discreción y prefiere “no avanzar nada” sobre esa cuestión antes de informar al juzgado sobre su posición. No obstante, deja entrever que el margen es muy reducido: “Los lotes serán los que tengan que ser, teniendo en cuenta que el astillero no da muchas oportunidades, pero ahora la venta es por lotes, al mejor postor”.