Enba concede cada dos años el premio Baserritarron Laguna en reconocimiento a la labor diaria de personas, colectivos o entidades a favor del sector primario. En esta ocasión, el receptor de este premio fue Nikolas Segurola, fraile franciscano que ha dedicado su vida al pastoreo. El motivo que aduce la organización agraria para concederle este galardón es su contribución a “dignificar la vida de los pastores” y a fomentar su formación con la puesta en marcha de la Escuela de Pastores de Gomiztegi en Arantzazu. Enba le califica de “persona extraordinaria, grande y humilde a la vez” y recuerda que fue el impulsor de equipos de trabajo tanto en la propia comunidad franciscana y Gomiztegi como en las entidades sectoriales en las que participó. El galardón le fue entregado por Iñaki Goenaga, presidente de Enba.

No es fácil resumir en unas líneas la personalidad y trayectoria vital de Segurola. Los que le conocen aseguran que es un “personaje irrepetible, de estantería”, y que “sería difícil entender la evolución de los quesos Idiazabal y del pastoreo en Euskadi” sin la figura de Nikolas Segurola, el fraile franciscano que pasa sus días entre misas, quesos y pastores. Aseguran que conocía a sus ovejas por los nombres (Maradona y Sabrina, entre otras), y pese a ser natural de un caserío de Matxinbenta, es un hombre con arraigo y peso específico en Oñati. Hijo de un pastor, le llevaron a Arantzazu para estudiar a los doce años. “Siempre ha tenido un gran respeto por parte de los pastores”. Fue uno de los impulsores de la Ar-tzain Eskola de Arantzazu, situada en el caserío Gomiztegi. Criado en la universidad de la vida y de Aran-tzazu, “le buscaban para formar pastores y creó las artzai orriak para dar información técnica a los pastores”, explican, además de organizar charlas sobre la producción de queso, con expertos de Catalunya que en algún momento hirieron el ego de algún productor local. Nikolas Segurola, de 80 años, fue una persona “muy comprometida con la resistencia durante el franquismo” y ayudó a esconder en Arantzazu a gente que escapaba de la Guardia Civil y les ayudaba a pasar a Iparralde.

Hace unos años, Xabier Euzkitze recogió en un libro su biografía, y en ella cuenta que en la ruptura del bertsolarismo con Euskaltzaindia en 1986 fue un personaje clave, una persona que infundía “confianza y respeto” a ambas partes y que ayudó a limar asperezas y curar heridas. Una de las anécdotas más recordadas de su vida es la de aquella ocasión en la que, en representación del queso Idiazabal, el ministro Arias Cañete le entregó un galardón en Madrid y este preguntó a ver quién era aquel señor con txapela y dijo que para el acto debía quitársela. “Yo solo me quito la boina en la iglesia y ante el Santísimo”, le respondió.