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Baluarte de unos valores empresariales que han alcanzado prestigio internacional

Alfonso Gorroñogoitia abogó por crear empresas “no para hacerse uno rico, sino para hacer ricos a muchos”

Baluarte de unos valores empresariales que han alcanzado prestigio internacional

Donostia - El fallecimiento el pasado viernes de Alfonso Gorroñogoitia significó la desaparición del colectivo fundador del hoy Grupo Mondragon, aunque no de la filosofía y valores en los que se asienta el movimiento cooperativo. Es más, este modo de hacer empresa despierta un fuerte interés en el ámbito internacional, que en foros europeos invitan a conocedores del movimiento cooperativo guipuzcoano para que expliquen esta fórmula, y reconocidos economistas como el Premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz se han trasladado a Arrasate, cuna del movimiento cooperativo vasco, para conocer de primera mano esta experiencia.

Sin embargo, para llegar a este nivel de prestigio ha habido que recorrer un largo camino, con sus satisfacciones y sus obstáculos, que en cierto modo Alberto Gorroñogoitia junto con sus cuatro socios ha guiado, aunque él atribuiría la mayor parte del protagonismo al sacerdote José María Arizmendiarrieta, el ideólogo de la llamada Experiencia Cooperativa de Mondragón.

Él convenció a unos entonces jóvenes de crear una empresa basada en valores solidarios. Gorroñogoitia afirmaba que Arizmendiarrieta les inculcó la idea de que “la empresa no es para que uno se haga muy rico, sino para hacer ricos a muchos”.

Curiosamente, la mayor dificultad se centró en aspectos legales. “[José María] Ormaetxea y yo fuimos a Madrid a pedir permiso para montar la empresa, y nos encontramos con que ideas como la participación de los trabajadores, incentivos y remuneración sobre resultados, etc. no encajaba en la Ley de Sociedades Anónimas”, rememoraba Alfonso Gorroñogoitia, quien lamentó su vuelta a Arrasate con las manos vacías. Fue Arizmendiarrieta quien no se dio por vencido y, tras informarse, encontró la fórmula de la cooperativa.

A partir de ahí, el último superviviente de la fundación de Grupo Mondragon sostenía que todo había sido sencillo. “En aquella época en Mondragón y alrededores se montaban talleres todos los días”, recordaba en una entrevista concedida a Eusko News, y añadía que “no había que ser un Einstein ni un Ford para triunfar”.

reconocimientos Sin embargo, esa primera cooperativa, Ulgor, triunfó y se convirtió en germen de un movimiento de amplia repercusión. Los reconocimientos llegaron años más tarde, tal como recordó el Grupo Mondragon, que en su revista Tu Lankide indica que recibió el Premio Txemi Cantera de Economía Social otorgado por la Asociación de Sociedades Laborales de Euskadi ASLE, la Medalla de Oro de la Diputación de Gipuzkoa y la Gran Cruz de la Orden de San Silvestre que le concedió el papa Juan Pablo II.

Grupo Mondragon señala que en la despedida de Gorroñogoitia como presidente de Laboral Kutxa el 17 de marzo de 1989, manifestó su deseo de ser recordado “en verdad con una leyenda breve de cuatro palabras: fue un hombre honesto, o si se quiere sofisticar la idea: pretendió ser un hombre honesto consigo mismo y con los demás”, y finaliza con un “Agur eta ohore, Alfonso!”.