Un armador intenta sustraer el barco encargado a La Naval
Operarios de la holandesa Tideway son interceptados desamarrando el buque por la noche
donostia - La Naval vuelve a vivir otra escena más propia de una película de Berlanga. En la noche del pasado miércoles, los vigilantes de seguridad del astillero vieron cómo media docena de personas, que dijeron ser empleados del armador Tideway, se subían a uno de los barcos en construcción, encargado por esta firma holandesa, y trataban de llevárselo ría abajo. Sin ningún permiso y en una embarcación aún sin pagar a la que le faltan meses de trabajo y que no puede navegar de forma autónoma, la Er-tzaintza impidió que abandonaran la dársena antes de que llegaran dos remolcadores que el armador tenía preparados en Santurtzi.
El propio comité envió una nota denunciando que la maniobra de Tideway, del grupo Deme, es “un hecho gravísimo” que ha puesto “en serio peligro” la seguridad y salud de los trabajadores del astillero, “así como el tráfico marino de la ría”.
Lo cierto es que la operación orquestada por el armador Tideway, además de rocambolesca, encerraba un gran peligro. El Living Stone no puede aún navegar por sí mismo y en el momento en el que los holandeses fueron interceptados por la Ertzaintza, a falta de tan solo un cable de unión con el muelle por cortar, los dos remolcadores que habían traído de Bélgica no estaban presentes en Sestao.
Es decir, de haber cortado ese último cable, el Living Stone hubiera flotado ría abajo sin un rumbo concreto hasta la llegada de estos dos remolcadores, que por otro lado tampoco contaban con permiso para remontar el Nervión, con el consiguiente riesgo para otros barcos y para las personas que estaban a bordo. Finalmente, estos seis marineros fueron obligados por la Ertzaintza a bajar del cablero, mientras que el representante del armador que seguía la operación desde el muelle ha sido puesto a disposición de la autoridad judicial.
La intentona de llevarse el barco se produjo después de que armador y astillero no alcanzaran un acuerdo sobre los plazos y los pagos para terminar el barco. La firma holandesa exigía sacar el barco de Sestao para completar su construcción en otro sitio ante el temor a que el astillero vizcaíno vaya a la quiebra, lo que finalmente decidió intentar hacer sin contar con el visto bueno de la otra parte.
Ni comité ni dirección quisieron aventurar qué pasará con el Living Stone, aunque desde la plantilla se indicó a este periódico que por ahora no se va a trabajar en el buque al menos hasta reparar los daños causados por el intento de escapada.
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