Donostia. La falta de inversores y finalmente la asfixia financiera, que no le permitía acceder a crédito para llevar a cabo sus necesidades operativas básicas, ha dado la estocada final a Inquitex, una empresa con 57 años de historia y que ha luchado con todas sus fuerzas contra la crisis, desde que a finales de 2008 se viese forzada a entrar en concurso de acreedores debido a la caída de la demanda en sus mercados y el aumento del precio de las materias primas para la fabricación de fibras de poliéster, fundamentalmente para la industria del automóvil, y láminas de PET (un tipo de plástico transparente muy usado en envases).

La propia compañía guipuzcoana informó de que ayer presentó ante el Juzgado número 1 de lo Mercantil de Donostia su solicitud de liquidación para poner fin a una dilatada historia de 57 años de actividad. Con sede y fábrica en Andoain y una plantilla actual de 140 trabajadores, la compañía arrastraba una situación de deterioro financiero progresivo, pese a mantener una "cartera de pedidos para el 100% de su actividad" y registrar un "resultado positivo de explotación en el primer trimestre de 2012". El grupo factura 26 millones de euros anuales con un 65% de su actividad en mercados internacionales.

Sin embargo, tal y como informó la dirección de Inquitex, "el agravamiento de la crisis financiera en el país ha hecho que la banca haya ido retirando dos tercios de las ya escasas líneas de financiación de circulante desde el inicio de 2012, y en el contexto de crisis aguda ha sido imposible atraer a nuevos inversores para el proyecto, tal y como estaba planteado".

La realidad es que los trabajadores llevaban tiempo con retrasos a la hora de cobrar sus salarios y entraron en el actual mes de mayo sin cobrar la mitad del sueldo de febrero, cuya orden de pago se produjo hace poco más de una semana, según informó el comité.

La compañía confía en que con esta "liquidación ordenada" se consiga mantener la actividad de sus dos empresas filiales, una dedicada a la cogeneración eléctrica, CERM, y especialmente Ekopet -ambas en Andoain-, puesta en marcha en el primer trimestre de este año y que ha permitido la creación de 20 puestos de trabajo. Este proyecto ha hecho posible la implantación de la primera planta de reciclaje de PET de Euskadi y ha requerido de casi cinco millones de euros de inversión en los últimos dos años, en joint venture con un socio industrial alemán (STF Recycling) para montar un planta de procesado de envases de PET con capacidad para 10.000 toneladas al año. La dirección de Inquitex señaló que seguirá buscando un proyecto de "continuidad para las actividades industriales del grupo, que son viables".

En un comunicado que explicaba los motivos de la solicitud de liquidación, la compañía incidió en que "a pesar del enorme esfuerzo realizado para intentar conseguir la supervivencia y reflotación de la compañía desde finales de 2008 -fecha en la que se presentó el concurso de acreedores voluntario-, tanto por parte de sus empleados, los proveedores y acreedores, como por las diferentes administraciones (Gobierno Vasco, Diputación Foral de Gipuzkoa y Ayuntamiento de Andoain), la imposibilidad de financiar sus necesidades operativas hace inviable la continuidad de la compañía".

tres años y medio en crisis En 2008, la crisis en la automoción tocó de lleno a la división del negocio de Inquitex centrada en las fibras de poliéster para aplicaciones en el sector del automóvil y la empresa presentó un Expediente de Regulación de Empleo (ERE) que recogió la extinción de 27 contratos y la suspensión temporal para 63 trabajadores, sobre una plantilla total de 172 personas. Posteriormente, el aumento de la producción permitió a la empresa reintegrar a 43 de los 63 trabajadores afectados por el ERE temporal, del que se consiguió salir después de que los acreedores llegasen al acuerdo de aplicar una quita del 50% sobre la deuda total, cifrada en 20 millones de euros, y permitir el pago de la misma a lo largo de los próximos cinco años.

Esto fue posible gracias a la renuncia del principal acreedor -con el 46% de la deuda- de Inquitex, el grupo catalán La Seda de Barcelona, al que la compañía guipuzcoana perteneció hasta 2006 y que finalmente no participó en la junta de acreedores definitiva después de tomarse dos meses para analizar la situación.

Actualmente, la empresa de Andoain cierra siendo el principal fabricante en el Estado de fibra de poliéster, fundamentalmente para la industria del automóvil, con una elevada especialización en fibra de color y también es uno de los principales productores de lámina de PET para contacto alimentario.

Inquitex, apoyado en procesos de participación de los trabajadores a través de su política de información transparente, consiguió aplacar el grave conflicto laboral al que le llevó la crisis en 2008 y ha utilizado planes de flexibilidad y expedientes de regulación de suspensión para mantener un alto grado de su plantilla a la espera de una solución que finalmente no llegó.