Donostia. El que fuera presidente de Bombas Itur de Zarautz y gran filántropo, Antonio Aranzabal, falleció el jueves en Buenos Aires a causa, al parecer, de una dolencia en el corazón, que se le produjo de manera repentina. El empresario guipuzcoano, que contaba con 82 años de edad, se encontraba visitando a una hija que reside en la capital argentina.
Los hijos de este empresario, que desde que se jubiló de Bombas Itur se dedicaba a apoyar e impulsar la empresa familiar, y que residen en distintos puntos del Estado, se trasladaron en el día de ayer a la capital bonaerense nada más conocer la noticia del fallecimiento de su progenitor.
El fallecimiento ha causado conmoción en medios empresariales y universitarios, debido al carácter emprendedor y filantrópico de Aranzabal, que heredó la empresa de su padre, Bombas Itur, fundada en 1920, y la impulsó hasta convertirla en una de las líderes de su sector por su gran apuesta por la calidad y su internacionalización.
La jubilación supuso para Aranzabal abandonar Bombas Itur, que luego fue adquirida por la multinacional KSB, pero no dejar de estar relacionado con el mundo de la empresa desde la premisa de que "tenía que devolver a la sociedad lo que ella le había dado".
Desde esta concepción, Aranzabal, a través de la fundación de su mismo nombre, firmó en el año 2000 un convenio de colaboración con la Universidad de Deusto para el mantenimiento de la cátedra de Empresa Familiar en la Deusto Business School, cuya responsable es la profesora Cristina Aragón, con el fin de apoyar la existencia y el desarrollo de este tipo de compañías.
A partir de 2003, la fundación creó el Premio Antonio Aranzabal al empresario familiar en reconocimiento de la labor de las personas o familias que impulsan este tipo de proyecto empresarial. Entre los galardonados se encuentran empresarios de gran raigambre como Juan Celaya, Ángel Iglesias, Patricio Echeverría, Jesús Santacruz, Unai de Arteche. El último premiado fue Javier Ormazabal que dirige el Grupo Ormazabal, fundado por su padre.
La Fundación Aranzabal colabora con la Escuela de Ingenieros de Donostia en el mantenimiento de la cátedra de Fluidos y financia todos los años al mejor alumno del colegio de La Salle de Zarautz, donde estudió un curso en el extranjero para perfeccionar el inglés.