DONOSTIA. La reordenación del sector financiero en Euskadi ha avanzado sustancialmente en los últimos meses y prácticamente sólo falta, algo curioso porque fueron las primeras entidades en plantearla, la fusión de las tres cajas de ahorros de la CAV, BBK, Kutxa y Caja Vital.
Esta semana dos pequeñas entidades pero peculiares, Ipar Kutxa, una cooperativa de crédito, y Bankoa, un banco controlado por el grupo francés Crédit Agricole, han anunciado su alianza en una nueva entidad bancaria con sede en Donostia. Siguen el camino emprendido por el Banco Guipuzcoano ya integrado en el Sabadell, y la Caja de Ahorros de Navarra (CAN) agrupada en el seno de Banca Cívica, con otras cajas más grandes como la andaluza Cajasol. La entidad navarra quiere ser pionera en un proceso que va más allá que la mera bancarización, ya que está inmersa en un proceso de salida a Bolsa para intentar captar inversores algo que, pese a sus esfuerzos, no parece convencer a los analistas.
El BBVA, dado su gran tamaño, sigue su camino en solitario, pero aunque le gustaría crecer en mercados emergentes como Brasil no descarta mejorar su cuota de mercado en el Estado, en especial en las zonas con menor presencia como Cataluña, Levante o Galicia, a través de la adquisición de redes de oficinas de algunas cajas o incluso mediante la compra de alguna caja una vez saneada. Sus máximos representantes han señalado que quieren aumentar su cuota de mercado en el Estado español del 10 al 15% en los próximos tres años.
El resultado de todos estos movimientos es la reducción del número de entidades financieras pero las que quedan cada vez cuentan con un mayor tamaño, y la bancarización del sistema. Todas las entidades financieras vascas operan ya, si se confirma la de las cajas de la CAV, a través de un banco, con la excepción de Caja Laboral y Rural de Navarra.
La figura jurídica de un banco no tiene por qué cambiar el sentido social de la cajas pues los dividendos obtenidos se dedicarían a sufragar la obra social al igual que ahora y tampoco tendría por qué variar la implicación de la entidad con el territorio en el que opera ayudando a financiar proyectos estratégicos de futuro aunque su rendimiento corto plazo fuese inferior a otros realizados en el exterior.
¿Por qué un banco? Porque es más fácil de entender por los mercados financieros y través de él es más rápido operar y, sobre todo, más fácil financiarse. No hay que olvidar que en los años del boom inmobiliario las cajas siguieron a los bancos en una agresiva política comercial que les hizo conceder más préstamos que el dinero que tenían en depósitos, lo que les llevó a financiarse en unos mercados internacionales que están hoy cerrados a cal y canto para la mayoría de las entidades financieras del Estado español y con una prima, de riesgo de 230 puntos, muy superior a la que pagan competidores de Francia o Alemania como bien se han encargado de recordar los dirigentes de Bankoa al defender el paraguas que aporta el francés Crédit Agricole a Ipar Kutxa-Bankoa.
En 1990, en la CAV los depósitos superaban a los créditos y la relación llegaba al 160%, -en España, el 130%-, pero en 2010, los créditos superaban a los depósitos y el índice había caído al 90,5%, en el Estado hasta el 66%. Estas cifras dan idea de la necesidad de las entidades financieras, unas más que otras, de acudir a los mercados internacionales para captar capital o pagar superdepósitos, con el fin de captar recursos para hacer frente a sus vencimientos de deuda.
Este proceso combinado con una menor demanda de créditos, -por el escaso crecimiento económico y el aumento del desempleo-, y un aumento de la morosidad está lastrando la cuenta de resultados de bancos y cajas que necesitan mayor tamaño para beneficiarse de economías de escala. Y los datos no engañan, la mayoría de los bancos y cajas, afectados por el estrechamiento de los márgenes y unos tipos de interés bajos pese al repunte de las últimas fechas, tienen problemas para ganar dinero con el negocio estrictamente bancario. La evolución de los márgenes brutos en 2010 no engaña. Los de Caja Rural de Navarra bajaron un 27%; los de Vital, un 26,6%; los de CAN, el 18,6%; los del Guipuzcoano, el 18%; los del Kutxa, el 17,3%; los de Bankoa, el 16,5%; los de Laboral, el 12,2%. Por debajo de los dos dígitos de caída sólo se situó BBK, (sin Cajasur), la caja vasca con mejores resultados, con un -6,5%. Mientras que sólo mejoraron Ipar Kutxa y BBVA.
En este contexto en el que se va a producir un aumento notable de la competencia a corto plazo, con un negocio estancado y donde la liquidez se ha convertido en algo fundamental, la fusión de las cajas de la CAV, Vital, BBK y Kutxa no puede demorarse en el tiempo por mucho que sus niveles de solvencia sean más altos que la media porque como señaló ayer el presidente de La Caixa, Isidro Fainé, no se descarta la posibilidad de que se puedan producir más procesos de concentración en las cajas españolas, lo que dejaría a las vascas en el furgón de cola por tamaño, con los problemas que ello supone para competir por captar capitales, negocios, o poder acompañar a las firmas vascas en el exterior.