En esos años se "cortaba el amianto con las tijeras y sin mascarilla". Los trabajadores primero tenían que picar el revestimiento viejo y luego forrar el horno de nuevo con amianto, según el testimonio escuchado en la sala por un testigo: "Eran unas placas grandes de 2x2 que había que ajustar a la circunferencia del horno", una labor que podía durar entre una y tres horas. "Hacíamos esta operación cada 15 ó 20 días, según la caña que se le diese al horno".

Después de poner el nuevo revestimiento, venía "el secado, que duraba cinco o seis horas" en los que los dos encargados del horno se mantenían al pie de la colada, mientras el revestido de amianto "sacaba todas las impurezas. Aquellos tiempos eran aquellos tiempos...". ¿Medidas de seguridad? "Si llevábamos unas polainas y debajo íbamos con alpargatas... El polvo nos lo llevábamos en la suela y la ropa la llevábamos a limpiar a casa. Solo utilizamos una máscara para evitar quemaduras en los ojos" por el reflejo de la colada.

Nicasio Urzelai, extrabajador de 71 años de la histórica Patricio Echeverría -la compañía se escindió en 1992 dando pie a la creación de cuatro empresas sucesoras-, expuso ayer en el juzgado número 5 de lo Social de Donostia las condiciones de trabajo que entre 1963 y 1966 pudieron ser la causa del mesotelioma pleural que hace nueve meses acabó con la vida del legazpiarra Rafael Alustiza, de 62 años de edad.

El cáncer que rodeaba los tejidos de su pulmón derecho no se manifestó hasta 2008, 42 años después de su exposición a esta sustancia letal. Fue ingresado por vez primera por esta enfermedad el 23 de diciembre de 2008, en el hospital de Zumarraga. La muerte le sobrevino en pleno tratamiento, en junio de 2010, después de que se le reconociera la incapacidad permanente por enfermedad profesional, que le reportaba una pensión de 1.800 euros.

Sus hermanos, herederos legales, creen que la empresa siderúrgica Patricio Echeverría no cumplió en aquellos años (entre 1963 y 1966) con las medidas de prevención exigidas en referencia al amianto por la ley, "mucho más laxa" que la actual, según quedó patente.

Entre 1963 y 1966

"Se sabía que provocaba asbestosis, no cáncer"

Eran años en los que se desconocía el carácter cancerígeno del amianto, según defendieron los abogados de las empresas denunciadas (Bellota, Cie Legazpi y Corporación Patricio Echeverría, sucesoras de la histórica fundición). Los letrados se apoyaron en el testimonio de una perito, quien aclaró que sí se sabía, desde 1961, que esta sustancia producía asbestosis, una enfermedad respiratoria, pero no cáncer.

Alustiza perdió la vida. Su familia tiene claro que fue por culpa de su trabajo y las deficientes mediadas de seguridad que aplicaba la empresa. Por ello, reclama una indemnización a las citadas empresas. "Un poco de justicia, y que se reconozca lo que es", afirmaba Mari Ángeles, hermana del fallecido. Lo hacía minutos antes de la vista, junto a un nervioso Nicasio, testigo de la acusación.

Antes de la vista, este extrabajador de Patricio Echeverría, no quería "ni pensar" en que podría haber corrido la misma suerte que su compañero, ni en que la enfermedad podría estar esperándole a la vuelta de la esquina.

Dentro de la sala, el testimonio de Nicasio fue la base para entender cómo se trabajaba en muchas empresas hace medio siglo. Según sus palabras, con unas tremendas carencias de seguridad. Nada que ver con las exigencias actuales.

La defensa de los acusados, que cuestionó el testimonio del testigo, se aferró a la imposibilidad de determinar las circunstancias exactas de las condiciones en las que trabajó el fallecido Rafael entre los quince y 18 años, "hace ya casi 50 años", reiterando que la empresa cumplió con los requerimientos legales de entonces en lo referente a seguridad laboral. Puso en duda, además, que un joven "ayudante" de quince años fuera empleado como hornero, tal y como había asegurado el testigo. La acusación, sostiene, por contra, que desde 1957 la ley prohibía que los menores de 18 años trabajasen en talleres que manipulaban dicho material.

Su uso no se prohibió hasta 1977

Las empresas se escudan en el desconocimiento general

El amianto o asesino silencioso, sigue causando estragos. La manipulación de esta sustancia en el Estado no se prohibió hasta 1977 y la primera normativa llegó en 1982. Algunas empresas, desbordadas en muchos casos por acontecimientos que ocurrieron antes de que sus actuales gestores entrasen en la compañía, inciden en el desconocimiento general sobre lo nocivo de esta sustancia hace unas décadas.

La realidad, implacable, enfrenta a familiares y empresas en juicios en los que se debate si el fallecido fumaba o no, o si llevaba a cabo su trabajo con más o menos diligencia.