La protección de la biodiversidad debe ser una prioridad para la cooperación mundial, pues la ciencia advierte que el próximo proceso de extinción masiva de la historia podría desencadenar la desaparición de entre el 60% y el 95% de todas las especies del planeta.

Lo explica sin ambages Ana Calderón, la asesora de Diplomacia Climática en el Ministerio de Relaciones Exteriores de Panamá, en un artículo en la blogosfera de efeverde.com, en el que destaca que “existe la voluntad ciudadana y política de continuar trabajando para proteger las más de 5.000 especies en peligro de extinción” actualmente catalogadas.

Ella ha centrado su ejemplo en las tortugas marinas, actores clave en el mantenimiento de la salud de los lechos marinos, que llevan 100 millones de años sobre la Tierra, que convivieron con los dinosaurios y sobrevivieron a la última extinción masiva, la que hasta hora era la quinta y que tuvo lugar en el Cretácico, hace 65 millones de años, cuando un meteorito chocó con nuestro planeta acabando con tres cuartas partes de los especies.

La última gran extinción es la que acabó el 75% de las especies de ese mundo, entre ellas los grandes reptiles, los dinosaurios, Pixabay

Entre las amenazas para estos animales cita la caza furtiva, la pesca, el comercio ilegal, la basura y contaminación marina, así como la urbanización costera masiva que están dificultando el proceso de reproducción, sus rutas migratorias y su capacidad para alimentarse. Todas actividades humanas.

Pero aunque Calderón se centra en algunas especies, no es la única en advertir sobre un sombrío futuro que parece cernirse sobre el planeta Tierra.

Una reciente investigación publicada en la revista Biological Reviews advierte de que la sexta extinción masiva ya habría comenzado. En ese artículo, el director del estudio, Robert Cowim de la Universidad de Hawai’i en Manoa, asegura que las tasas de extinción han experimentado un drástico aumento, dando lugar a una alarmante disminución de la diversidad animal.

Ante la tentación de minimizar este hecho por parte de algunos sectores, Cowin invita a mirar en el mundo de los seres vivos más allá de los mamíferos y las aves para fijarse en los invertebrados, que constituyen la mayor parte de las especies del planeta. De hecho, señala que si desde el siglo XV hasta ahora ha desaparecido el 1,5% de todas las especies de mamíferos y aves conocidas hasta ahora. La cifra se eleva hasta entre el 7,5 y el 13% si se incluyen los invertebrados y las plantas, que son mayoría entre los 2 millones de especies de seres vivos que se han identificado hasta ahora.

Según los investigadores. la paulatina pero cada vez más rápida desaparición de especies de invertebrados es un ejemplo de la gravedad de la situación.is es más grave de lo que parece. Pixabay

Las similitudes con eventos pasados

En otro artículo, este publicado en la revista Nature por un equipo de científicos dirigidos por Chris Mays, paleobotánico del Museo Sueco de Historia Natural, se establece un paralelismo entre el momento actual de crisis ecológica con la mayor extinción masiva de especies conocida hasta ahora, la bautizada como la Gran Mortandad y que tuvo lugar hace 250 millones de años. En este evento, cronológicamente el tercero del que se tienen datos, se calcula que desapareció el 90% de la vida existente en la Tierra.

En su artículo, los científicos advierten de que podría aproximarse una extinción similar. Para ello se basan en un serie de similitudes entre aquella era y la situación actual. Aunque todavía todavía se está lejos de las concentraciones de gases de efecto invernadero que precedieron a la Gran Mortandad, resaltan la necesidad de tomar medidas globales con urgencia para prevenir un nuevo desastre que haga desaparecer la mayoría de los seres vivos, entre ellos los humanos.

La principal similitud que han encontrado es la proliferación de algas y bacterias tóxicas tanto en aquella era Pérmica y la actual era que ya han bautizado como Antropoceno debido a la gran y definitiva influencia que la especie humana ejerce sobre el entorno.

Para que esta proliferación tenga lugar, explica Mays, son necesarios tres elementos: un aumento de los gases de efecto invernadero, un aumento de las temperaturas y la entrada de nutrientes en los acuiferos.

Durante el Pérmico, la actividad volcánica provocó los gases y la temperatura, mientras que una deforestación repentina aportó los nutrientes. En la actualidad es la actividad humana, recordemos que esta era la llaman Antropoceno, es la que aporta los tres elementos. La industria y la quema de los derivados del petróleo, los fertilizantes químicos que acaban en los ríos y causan desastres como el del Mar Menor, en Murcia, con la muerte de miles de peces y otras especies marinas.

En el año 2019, el Mar Muerto, en Murcia, sufrió uno de sus más graves episodios de mortandad fruto de la falta de oxigeno fruto de la proliferación de algas y bacterias tóxicas. Este suceso se repite periódicamente. Marcial Guillén

¿Hay solución?

A pesar de haber entrado en esta senda, numerosos expertos creen que todavía se está a tiempo de reconducir la situación. Chris Mays afirma que a diferencia de las especies que sufrieron las extinciones masivas del pasado, nosotros tenemos la oportunidad de prevenir estas floraciones tóxicas manteniendo limpias nuestras vías fluviales y reduciendo nuestras emisiones de gases de efecto invernadero”.

Por su parte, Ana Calderón asegura que “si no hay una comunidad internacional que promueva la cooperación y que tome medidas para asegurar el cumplimiento de la protección de la diversidad biológica, perderemos la batalla contra el cambio climático y la crisis de biodiversidad a la que nos enfrentamos”.