Hace un siglo, un 22 de septiembre de 1925, se puso la primera piedra del Palacio del Mar, el Aquarium donostiarra. Hubo que esperar unos años, en concreto hasta 1928, para su inauguración oficial. La demora se explica, como casi siempre, principalmente por problemas de presupuesto.

Aunque en 2028 el Aquarium tiene previsto organizar un programa conmemorativo más rico, con motivo del centenario de su puesta en marcha, sus responsables no han querido dejar pasar la efemérides de los 100 años de la colocación de la primera piedra para, entre otras cosas, rendir “un sencillo acto de homenaje” a Ángel Iglesias y Mari Karmen Garmendia, patronos del Aquarium.

En el acto que ha tenido lugar a las 18.30 horas de hoy han sido nombrados patronos de honor dos personas “con un extenso currículum” que, ha explicado el presidente del Aquarium, José Ignacio Espel, han llevado a cabo “una labor callada y desconocida” en favor del Palacio del Mar que, ha añadido, fue desde sus orígenes “un sueño hecho realidad” de un grupo de personas que no podían saber que, un siglo después, el sería el museo más visitado de la ciudad y el territorio, en un edificio al que se ha rendido homenaje esta mañana con un aurresku de honor. 

Además de con el agradecimiento a la labor realizada por Garmendia e Iglesias, el centenario de la colocación de la primera piedra del Aquarium se ha querido conmemorar con la edición del libro Corazón del mar, escrito por Álvaro Bermejo con fotografías de Joseba Urretabizkaia, editor del trabajo que ha sido financiado por Laboral Kutxa, entidad representada en los actos de hoy por Karmele Segura.

Una dantzari baila un aurresku frente al edificio del Aquarium Ruben Plaza

Desde la emotividad

El historiador del Aquarium, Alex Larrodé, ha realizado un recorrido resumido por una historia cuyas raíces se encuentran la fundación de la Sociedad Oceanográfica de Gipuzkoa, en 1908.

Pero en más de cien años el camino no es siempre recto y son muchas las barreras a salvar, como la de lograr una sede. El primer museo se situó en 1916 en las proximidades del cine Bellas Artes, en las esquina de la calle Aldamar con el Paseo de Salamanca.

El salto a la actual ubicación y configuración no fue sencillo. Se barajó en su día que el Aquarium se levantara en Paseo Nuevo, donde se sitúa la Construcción Vacía de Oteiza. El intento de construir un edificio de corte neoclásico no llegó a buen puerto, como tampoco un segundo intento en el mismo emplazamiento, que se dio en 1918. El ejército, propietario de Urgull, no lo permitió.

Tampoco el edificio que se conoce hoy en día es el inicialmente planeado, que incluía “torres y almenas”. La licencia de construcción llegó con una condición, que el Aquarium no sobrepasara el rasante del Paseo Nuevo. Así, se quedó sin torres, respondiendo a un diseño de Juan Carlos Guerra.

La historia adquiere tintes de “vivencias” de la mano del relato llevado a cabo por Álvaro Bermejo, que lo inicia con una “obertura en espiral”.

El relato de Bermejo, lo reconoce, es “emocional”, aunque plantee un paseo por la historia del Aquarium y sus protagonistas.

En la memoria colectiva

“Todos tenemos una memoria emocional del Aquarium y también una memoria emocional del mar”, ha asegurado el autor que recuerda como ”una fiesta” sus visitas infantiles al Palacio del Mar y califica de “inolvidable” su “primera confrontación con la ballena”, que es “la columna del relato”.

A este paseo se asoman los principales hitos y personajes que han hecho posible que se haya cumplido el objetivo de aquellos que crearon la Sociedad Oceanográfica: “acercar el mar a la ciudad y estudiar el mar científicamente”.

“Al Aquarium, además de disfrutar, se viene a aprender. Hay cultura de país, cultura del mar”, ha añadido Bermejo que ha puesto en valor una realidad que comenzó con la exposición “de un frasco de crustáceos” y que es visitada anualmente por 300.000 personas, 15 millones desde que echó a andar.

Quien quiera sumergirse en este viaje emocional por la historia del Aquarium lo puede hacer a través de En el corazón del mar, un volumen que ha explicado Joseba Urretabizkaia, ha sido realizado con mimo, con materiales de calidad. En definitiva, “una edición de lujo”.