Mañana día 5 de junio se celebra el Día Mundial del Medio Ambiente, con distintas acciones a lo largo del mundo. Donostia no quiere ser ajena a esta conmemoración y ha puesto en marcha, a través de la Fundación Cristina Enea, la iniciativa De parque a parque, que busca el acercamiento de la población a los distintos parques de la ciudad “y disfrutar del contacto con la naturaleza”.
Las visitas se organizarán por estaciones, para que el público asistente pueda conocer los cambios que se dan entre una y otra.
El edil de Medio Ambiente del Consistorio donostiarra, Iñigo García, ha destacado que con esta propuesta se pretende “poner en valor los parques urbanos, que juegan un papel fundamental en el bienestar de las ciudades y sus habitantes”.
21 metros por habitante
Según ha explicado García, Donostia cuenta en la actualidad con 21 metros cuadrados de superficie verde por habitante, “casi el doble de la media que la OMS establece como indicador de calidad de la vida”.
El Ayuntamiento, ha asegurado, busca que estas zonas verdes “sean cada vez más accesibles y vivas” y que sean disfrutadas por donostiarras y visitantes de todas las edades
La primer visita se llevará a cabo el domingo, día 8, y servirá para conocer el parque. El inicio será a las 11.00 horas y la visita será en euskera.
Para quien la quiera hacer en castellano, tendrá que esperar al día 22 de junio, a la misma hora.
Las inscripciones deben realizarse en la web www.cristinaenea.eus, donde se han incluido toda la información de interés.
Por estaciones
La que se hará al parque de Aiete es la visita de primavera. La de verano tendrá como destino el monte Urgull, la de otoño, al parque Ametzagaña, y la de invierno, Ulia.
Las fechas exactas y los horarios de las visitas de verano, otoño e invierno se darán a conocer más adelante.
En cada una de las salidas, además de conocer la historia del parque y adentrarse en sus rincones, se ofrecerá la oportunidad de “explorar y jugar en familia”.
Estos espacios verdes, ha incidido por último el concejal de Medio Ambiente, son “auténticos refugios climáticos en tiempos de climatología adversa para personas y animales, y ofrecen lugares donde los ruidos de la ciudad se amortiguan”.
“Son un tesoro individual y colectivo, que nos pertenece a todas y todos”, ha abundado García