Sábado y cielos despejados, la combinación perfecta para disfrutar de un día de Santo Tomás abarrotado en Donostia. Aunque a primera hora todavía había dudas de si la lluvia podía fastidiar la fiesta y se ha podido ver más de un paraguas, el tiempo ha respetado durante la mañana de este sábado y la gente ha podido disfrutar de los talos de txistorra y la sidra y visitar a la cerda Kaxilda en la Parte Vieja sin tener que mirar hacia arriba.
"No sé si poner la mesa o no. ¿Estás segura de que no va a llover?", le preguntaba la dueña de un puesto a otro minutos antes de abrir. La previsión meteorológica inicial apuntaba a posibles lluvias por la mañana, pero estas no han llegado. Así, las calles donostiarras se han vuelto a llenar de cientos de personas vestidas de caseros y caseras y de olores a txistorra y chorizo fritos.
Con esta combinación explosiva de buen tiempo y sábado, como era de esperar, caminar por la Parte Vieja y por las calles colindantes a la Plaza de Gipuzkoa ha empezado a ser misión imposible. A partir de media mañana, además, las colas para hacerse con un talo o bocadillo de hamaiketako han empezado a crecer.
"Este es el primero que comemos, pero no va a ser el último", han bromeado Maialen y Pedro, una pareja que nada más levantarse de la cama han bajado a la calle. "Vivimos aquí al lado, así que casi tenemos la txistorra dentro de casa", han apuntado mientras aguardaban su turno en uno de los puestos de la Plaza de Gipuzkoa.
En total, para este Santo Tomás se han abierto 162 puestos en la ciudad, de los que 42 son de txistorra. Pero hay mucho más, embutidos, quesos, rosquillas, tartas, sidra, artesanía... Además de los tradicionales concursos de frutas y verduras en la Plaza de la Constitución. "Creo que va a ser un día bueno. Va a venir mucha gente", ha vaticinado Maite, con casi dos décadas vendiendo sus productos este día.
Kaxilda, la reina
Más allá de la txistorra y la sidra, la gran protagonista no podía ser otra que Kaxilda. La cerda de este año se mostraba tímida a primera hora ante los primeros visitantes del día, pero poco a poco ha espabilado y a media mañana ya posaba de pie en las infinitas fotografías que le hacía la gente.
"Pensaban que iba a ser más pequeña", le decía un niño pequeño a su aita, que intentaba grabar un vídeo del animal. "Hemos venido a ver a la cerda y a dar una vuelta antes de que se llene de más gente", ha apuntado este padre previsor.
Un rato después, ver los animales -desde vacas y ovejas hasta gallinas y cabras- en la Plaza de Okendo ha empezado a ser más complicado. Numerosas familias han seleccionado este punto como lugar de encuentro, con hasta un improvisado parking de carritos de bebé. "Los pequeños alucinan con los animales", ha asegurado otro padre.
Y así ha sido, porque este pequeño zoo de animales de caserío siempre es uno de los principales reclamos en Santo Tomás. "Tenemos hasta al perro mirando", ha indicado entre risas una pareja joven con un perro blanco que metía la cabeza entre las vallas para acercarse a una vaca.