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Broche de oro a los Gigantes y Cabezudos

Miles de personas han despedido a los personajes más queridos de la Semana Grande en su último desfile

Despedida de los Gigantes y Cabezudos en la plaza ZuloagaIker Azurmendi

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Como todo en la vida, la Semana Grande donostiarra también tiene un final. Para poner el broche de oro a estos ocho días de fiesta y jolgorio, miles de personas han podido presenciar y disfrutar del último desfile de los Gigantes y Cabezudos. Entre las 17.30 y las 19.30 horas, las calles de la ciudad se han llenado de alegría, risas infantiles y la expectación de un público que no ha querido perderse la despedida de estas emblemáticas figuras.

Erromualdo, Estitxu, Eneko, Blanca, Manrique, Karmeni, Mattin y Maritxu, la alegre comparsa de Gigantes, y sus inseparables catorce cabezudos han recorrido la Parte Vieja y el centro de Donostia para alegría de todos y todas. Los protagonistas de estas fiestas han iniciado su último paseo en la calle Santa Korda de la Parte Vieja, y tras pasar por varios puntos importantes de la ciudad como la calle 31 de Agosto, el Boulevard y la plaza Gipuzkoa, la marea de gente que ha acompañado a los Gigantes y Cabezudos ha concluido en el museo San Telmo.

Aunque no ha sido una semana tranquila ni para los Gigantes, ya que Eneko y Karmeni, dos de las ocho figuras, sufrieron daños materiales, aunque ello no les ha impedido desfilar en la tarde del sábado. Bailes y pasos cada vez más atrevidos con un material que ya tiene una edad hacen un cocktail peligroso. Como cuando se junta el hambre con las ganas de comer. En todo caso, gajes del oficio.

Ante el mal tiempo, buena cara

Desde primeras horas de la tarde, una multitud, compuesta en su mayoría por familias y niños, se ha congregado a lo largo del recorrido, esperando ansiosamente la aparición de los personajes más seguidos de las fiestas donostiarras en el último día de la Semana Grande. 

El cielo era un reflejo del corazón y el ánimo de la gente: desde primera hora el sol ha salido con fuerza con la intención de alegrar este sábado de agosto a todo el mundo pero, a medida que se acercaba el final de la fiesta, se ha ido agrisando. Además, nada más dar el pistoletazo de salida al ritmo de Ikusi Mendizaleak, ha comenzado a chispear ante la desesperación de muchos y muchas. Eso no ha evitado que los miles de personas que han abarrotado las calles hayan podido disfrutar de los Gigantes y Cabezudos con la música de la txaranga y los txistularis.

Centenares de personas han acompañado a los Gigantes y Cabezudos.

“La semana ha ido muy bien. Siempre suelen surgir imprevistos y problemas, como es habitual. Este año hemos estado pendientes del tiempo, de hecho ahora mismo estamos rezando para que no llueva”, ha comentado antes de arrancar el desfile uno de los integrantes de la asociación Itzurun, responsables de dar vida y movimiento a los ocho personajes de esta enorme comparsa desde 1982. Contra todo pronóstico, ha confesado que prefieren días de calor abrumador como el del pasado domingo a la lluvia.

Tanto los Gigantes como los Cabezudos, con su imponente tamaño y detallada vestimenta, han desfilado majestuosamente ante la mirada de los más pequeños. Sus ojos, llenos de asombro, han seguido los movimientos de la comparsa provocando gritos de alegría y alguna que otra carrera nerviosa.

Cada esquina era un clamor de gente que aplaudía y gritaba ante el paso de los protagonistas. Todo el mundo era consciente de que se trataba del último baile, por lo que nadie se lo ha querido perder. En los últimos giros del desfile, la nostalgia se ha apoderado del gentío. Una niña de Oiartzun le ha preguntado a su ama: “¿Mañana otra vez?” Y a su madre no le ha quedado otra que responderle con un “No, cariño. Hasta el año que viene no hay más”. De eso se trata, la ilusión de los más jóvenes hace de un desfile un momento único. Y así es Donostia, un lugar mágico para ello.

Acto final

A eso de las 20.00 horas se ha llevado a cabo un precioso y familiar acto en la plaza Zuloaga al estilo de una ceremonia de clausura para despedir la Semana Grande por todo lo alto. Los niños y niñas han podido despedirse de sus ídolos durante estos ocho días festivos con un caluroso y emotivo aplauso.

Para este final, aprovechando que el dultzainero Manuel Beltrán se retira, han reconstruido un baile que creó el propio Beltrán sobre la partitura de los Gigantes de Donostia.