El Club Deportivo Loiolatarra cumple 100 años. En julio hará un siglo desde que abrió sus puertas en su primera sede y la actual es ya la quinta, estrenada en 2007. La primera tuvo su acomodo en el bar Xamene. Para conmemorar este aniversario por todo lo alto, Loiolatarra ha organizado un completo programa de actos, para lo que el pasado año creó una Comisión del Centenario.

El actual presidente de la asociación, César Casajús, ha sido el encargado de escribir el libro que recoge los cien años de historia de una asociación que nació en 1924 para, sobre todo, impulsar y apoyar a los deportistas del barrio, entonces casi exclusivamente pelotaris.

Es de destacar, y así lo hace Casajús, que Loiolatarra la fundaron un grupo de jóvenes, hombres y mujeres, y que durante algunos años fue mixta, hasta 1931, como ya lo vuelve a ser desde hace un tiempo. “Fue un año con un importante recorte de libertades, con la dictadura de Primo de Rivera, pero en Loiola este grupo de jóvenes quiso que la sociedad fuera mixta. A las mujeres que estuvieron allí las integró José Lopetegui, un escultor poco reconocido pero que es autor de numerosas obras, como la estatua de Sarriegi de la Bretxa”. Precisamente, Lopetegui fue presidente de la sociedad en 1924 y, posteriormente, entre 1931 y 1937, volviendo después a serlo en 1946, 1947 y 1954. En 1949 fue nombrado presidente honorario y en 1964 se le concedió la insignia de oro del club.

"Hay que destacar que el Club Deportivo Loiolatarra fue fundado por hombres y mujeres jóvenes del barrio y que fue mixto durante años"

Cesar Casajús - Autor del libro del centenario

“Este libro conmemorativo es un testimonio que busca capturar la esencia y la riqueza de un siglo de historia. A través de sus páginas, viajaremos en el tiempo y reviviremos los momentos inolvidables, las emociones compartidas y los logros alcanzados por el C.D. Loiolatarra y todos aquellos que han formado parte de esta gran familia”, señala el propio Casajús en el prólogo del libro.

El día 31 de julio de 1924 se inauguró el Club Deportivo Loiolatarra, con un programa de actos que se prolongó también el 1 de agosto y en el que hubo espacio, entre otras actividades, para regatas de bateles, partidos de pelota, bertsolaris, aizkolaris e incluso carreras infantiles. Cómo no, la gastronomía también tuvo su peso, “con un fraternal banquete con asistencia del alcalde”. 

El actual primer edil donostiarra, Eneko Goia, acudió a la presentación del libro, así como concejales de los distintos partidos.

150 páginas

Casajús se ha esforzado por condensar en 150 páginas la historia de una asociación “muy enraizada en el barrio” y que no sufre falta de relevo generacional, ya que la gente joven se sigue animando a participar en la misma.

En un siglo son muchas las cosas que han cambiado en lo que nació como club deportivo y en el que la gastronomía ha ido tomando peso con los años. Tanto es así, que el área de Micología es una de las que mayor relevancia tiene en la actualidad.

Para poder ilustrar sus historias, tanto con imágenes como con relatos, Casajús acudió a las vecinas y vecinos de Loiola, con especial atención a los más veteranos. “Las mayores dificultades para conseguir información fue con la relativa a los primeros tiempos. Acudí a los libros de actas pero, en ocasiones, era complicado entender lo que ponía”.

El trabajo se ha organizado de forma cronológica y, reconoce, ha tocado dejar cosas en el tintero.

Son muchos los hitos a destacar en esta ya larga historia de Loiolatarra. Uno es que tuvo “trainera propia”, que llegó la remar en la Bandera de La Concha.

Presentación de la trainera de Loiolatarra en La Concha N.G.

La evolución y los cambios se fueron sucediendo. “Con la aparición de las federaciones deportivas, muchos de los cometidos de la sociedad perdieron sentido”.

Aunque en los estatutos sigue figurando como club deportivo fue paulatinamente derivando a gastronómica. Pese a todo, sigue teniendo cuatro secciones: remo, pelota, cicloturismo y la gastronómica-micológica, además de la Tamborrada, “que tiene ya 60 años”.

Durante muchos años, mientras fue una sociedad exclusivamente masculina, Loiolatarra fue un lugar de reunión de los hombres que acudían a la misma “para tomar el hamaiketako, a comer, a beber sidra o a charlar. El tema de deportes seguía estando presente y a finales de los 50 se impulsó la sección de cicloturismo, que sigue funcionando muy bien”, abunda Casajús.

Grupo cicloturista de la sociedad en la década de los 80 N.G.

“Hoy en día, por ejemplo, hay hasta cumpleaños infantiles. En otro tiempo hubiera sido impensable”, apunta el autor.

Es difícil saber, y Casajús no ha podido obtener ese dato, con cuántos socios y socias echó a andar el club. “Pero los primeros años creció bastante porque obtuvieron recursos como para comprar un local”, destaca.

No hay material sobre los tiempos de la Guerra Civil pero ya después se retoma la actividad y “hay bastante socios”. “Llevamos 15 o 20 años que estamos entre 120 y 140”, informa Casajús satisfecho por el relevo generacional y el volumen de actividad de la sociedad. 

Un poco de historia

El impulso dado en los primeros años a la pelota dio sus frutos y “en los años 30 y 40 salieron unos cuantos pelotaris muy reconocidos”, como es el caso de Ignacio Echarri que, según se recoge en el libro, “fue tres veces campeón de España, en los años 1931, 1934 y 1940. Los dos primeros títulos los ganó junto a su hermano Gregorio en Bilbao y Pamplona, y el tercero junto a Orbegozo, en Zaragoza”.

Muchas historias vinculadas con el deporte pero también de otra índole. Ocurrió que en 1932 en la plaza de toros del Txofre se convocó a los socios de Loiolatarra, junto a los de Gaztelupe y Euskal Bilera, para torear un becerro en una corrida benéfica. Como consta en las actas, “hubo que trabajar lo indecible para prepararse en la debida forma para poder presentarse en la plaza de toros decorosamente”. “Salimos airosos del cometido, pues Luis Arizala, como matador, resultó muy bueno”, se añade. 

Loiolatarra acostumbraba también a quedar en muy buen lugar en los denominados Concursos de Gurdiyas, una especie de desfile de carrozas temáticas. “Una vez ganó un premio de 600 pesetas, que entonces era mucho dinero”, explica Casajús.

Un ejemplo del buen hacer de Loiolatarra en el Concurso de Gurdiyas N.G.

Para que la sociedad funcionara y se llenara de actividades que trascendían al propio barrio “hubo muchas personas que tiraron del carro”, como para poner en marcha la Tamborrada ya sexagenaria. “Cinco o seis años antes una serie de socios el día de San Ignacio salieron marchando por Loiola. No fructificó, pero dio pie a crear la tamborrada”, subraya Casajús. 

Estas y otras muchas y muchas historias son las que se recogen en un libro que está a la venta en la propia sociedad y varios comercios del barrio al precio de 25 euros, y que puede ser consultado de forma gratuita en la web www.loiolatarra.org. 

La sociedad, mientras, irá escribiendo su propia historia, siempre vinculada al barrio, cuyas fiestas llegó a organizar durante años.