Jon Insausti (PNV)ha sumado en esta legislatura un nuevo cometido a los que anteriormente ya había gestionado. A las carteras municipales de Cultura y Euskera se le ha añadido la de Turismo, un tema que ocupa y preocupa al Ayuntamiento y a la ciudadanía donostiarra en general.

Ha sumado una tarea, y nada fácil, a las que ya tenía. Un tema que preocupa, y mucho, a los donostiarras. ¿Cómo se lleva con la delegación de Turismo?

–Yo vengo al trabajo con mucha ilusión. Es algo en lo que intento elaborar y que trato de cuidar y cultivar. Mis responsabilidades han aumentado y esto me da la oportunidad de trabajar con más personas y para más personas. Estoy muy motivado para hacer frente a un reto que es motivo de inquietud para la ciudadanía.

Se han presentado unas propuestas de cambio en el planeamiento para frenar lo que mucha gente considera que es una invasión del turismo. ¿Qué medidas se tomarán desde el área que lidera?

–Desde el Plan Director de Turismo se realizaron distintas encuestas y el 85% de la ciudadanía donostiarra considera el turismo como un elemento global positivo. También es cierto que el 65% de los encuestados afirmaba que la ciudad había tocado techo en esta materia. Las decisiones que se están tomando en el Ayuntamiento van en esa línea. Estamos hablando de la moratoria de la concesión de licencias de apartamentos turísticos y de apertura de nuevos hoteles. También decisiones como la de limitar el número de personas en las visitas guiadas indican que el Ayuntamiento ha entendido que una ciudad que carecía de capacidad de alojamiento, por ejemplo, para recibir congresos, ya ha satisfecho esa necesidad. Ahora el objetivo no es crecer, sino controlar, gestionar y regular lo existente.

Se dice fácil.

–Creo que hay dos vías trabajo teniendo como base principal la convivencia entre las y los donostiarras y quienes nos visitan. Una es la gestión territorial: cómo hacemos para que el beneficio que viene de las personas que llegan a Donostia se distribuya de forma justa en toda la ciudad y todos los barrios.Tenemos que ser capaces de hacer que esa actividad turística genere beneficios no solo en la línea de la costa de la ciudad sino en el resto de los barrios,Pero no solo eso. Tenemos que conseguir que se amplíe al resto de municipios de Gipuzkoa. Es algo que me parece fundamental para los próximos años; que Donostia trabaje estrechamente con Gipuzkoa para que la ciudad ofrezca visitantes al resto del territorio. 

¿Y qué más?

–El otro eje es la gestión política. El turismo ha sido tema de debate en la ciudad los últimos años, lo ha sido también en campaña electoral. Creo que para tener una gestión de éxito en la materia hay que conseguir amplios pactos y consensos. Considero que para ello es fundamental la gestión política. Por ello se ha creado en el Ayuntamiento una comisión en la que tendrán representación todos los partidos políticos para hablar sobre el futuro del turismo en la ciudad y las medidas que hay que poner en marcha.

¿Qué medidas hay en cartera que quiera aplicar esta corporación?

– El Plan Director de Turismo y la Oficina de Turismo marcan hace años pautas que, más que promocionar el destino, buscan cuidar el destino. Esto significa cuidar la ciudad y a las personas que la habitan. Eso se consigue limitando, controlando y regulando. Si repasamos las medidas que ha ido tomando el Ayuntamiento eso se constata: Ordenanza de Apartamentos Turísticos, cambio de normas urbanísticas para evitar la apertura de nuevos hoteles, regulación del aparcamiento de caravanas, limitación de las personas que participan en las visitas... Son medidas encaminadas a controlar y regular el turismo. Las medidas que vayan a venir tienen que ir en esa línea en materia urbanística, de movilidad, de medio ambiente, de cultura... El turismo es un elemento transversal.

¿Se está controlando realmente el número de personas que participan en las visitas guiadas?

–Lo que hemos hecho este año es sacar un decálogo de buenas prácticas en este sentido. Pero la regulación real, con el correspondiente régimen sancionador, se activará en 2024. No queríamos esperar sin hacer nada y nos hemos adelantado haciendo pedagogía. A partir de 2024 habrá un número tope, no se podrá utilizar altavoces y habrá un horario. Se controlará y sancionará. Ya ahora, cuando hemos visto actitudes de guías que no nos han gustado, les hemos dado un aviso.

Muchos donostiarras consideran que se ha tocado techo con el turismo. ¿También lo cree el Ayuntamiento?

–Donostia tiene una economía diversificada. Estamos orgullosos de nuestro turismo, pero no tenemos que ser dependientes. El turismo genera riqueza y muchos puestos de trabajo y da empleo a muchas familias. Son más de 15.000 las personas que viven gracias a la actividad turística. Hay un dato importante: el 95% de las empresas relacionadas con la actividad turística en Donostia son pymes, un tejido empresarial muy enraizado en el territorio. Insisto en que no se trabaja sobre políticas de crecimiento, sino de regulación. 

No depende solo de nosotros.

–Quiero poner sobre la mesa dos premisas sobre una idea principal: es muy difícil poner puertas al campo. Pongo dos ejemplos. Donostia y Eiskadi se hallan entre España y Francia, las dos mayores potencias turísticas del mundo que quieren crecer en esta actividad. Así las cosas, es muy difícil que no notemos las consecuencias en nuestro día a día. Además hay que tener en cuenta el cambio climático. Vivimos veranos muy cálidos y las personas buscan enclaves con climas más agradables. Ahí estamos nosotros, y se ve que crece el número de visitantes. Limitamos nuevas aperturas de hoteles y viviendas turísticas, pero es difícil limitar el número de excursionistas, que vienen a pasar unas horas.

¿Pero eso cómo se hace?

–Es un reto muy importante y todo es más complejo que responder si se ha tocado techo o no. No se puede amurallar la ciudad.

Venecia quiere cobrar a quienes no pernoctan en la ciudad y aquí no conseguimos instaurar la tasa turística. 

–El caso de Venecia no es comparable con el de Donostia, estamos por suerte a años luz de encontrarnos en esta situación. Pero cada mes que se pasa sin tasa turística son recursos que este Ayuntamiento está perdiendo para ofrecer mejores servicios públicos. La tasa turística debería activarse cuanto antes. Ojalá la tengamos para el verano que viene, porque si hacemos una estimación sería en torno a seis millones de euros los que podríamos recaudar para la ciudad. Tuvimos en 2022 un total de 1,7 millones de pernoctaciones. Si se aplica una media de 4 euros por pernoctación, te sale esa cifra. El dinero se podría destinar a muchas mejoras en la ciudad, repercutiría en lo local siendo el Ayuntamiento quien lo recaude. Ninguna otra institución.

Se regula el alojamiento turístico, ¿pero la llegada masiva de turismo no influye en el precio de la vivienda? 

– En el precio de la vivienda influyen muchas cosas: el nivel socioeconómico de la ciudad, el nivel de renta, el de empleo, el que tenga cuatro universidades, un hospital como la OSI Donostialdea, centros punteros como el Physics Center... Donostia con menor nivel de presión turística ha sido una ciudad cara. No se puede atribuir la carestía de la vivienda al turismo.

¿Pero al Ayuntamiento le consta un mayor interés de compradores extranjeros?

–Creo que es un fenómeno a nivel mundial. En Donostia siempre se ha dado el fenómeno de segunda vivienda, lo que ocurre es que ahora es del extranjero. Antes era de gente del resto del territorio. Ha cambiado la escala. Da vértigo, sí. Pero ¿cómo lo regulamos?. 

Otro temor que se palpa es que ciertas zonas se conviertan en parques temáticos casi sin población local. ¿Se está alejando el donostiarra de la Parte Vieja?

–Yo he nacido y crecido en la Parte Vieja y nunca la he visto vacía, la he visto siempre llena de gente del barrio, de otros barrios, de guipuzcoanos.... Hemos conocido muchas Parte Viejas y algunas no me hubiera gustado conocer. En la actualidad lo que ha cambiado es la escala. La Parte Vieja ha cambiado como ha cambiado la sociedad. De ahí la importancia de generar atractivos en otros puntos de la ciudad. Hay que descongestionar unas zonas para que otras también se beneficien de la actividad. 

¿La masificación no puede redundar en el empeoramiento de la calidad de la oferta, por ejemplo, en la hostelería?

–Como en todo, hay quien hace las cosas bien y quien quiere sacar provecho no haciéndolo bien. La política turística de esta ciudad ha pasado por hacer las cosas bien. Desde la Oficina de Turismo se trabaja con hosteleros y se destaca a quienes hacen la cosas bien. l