Las escuelas que han existido en Igeldo y su alumnado ocupan un espacio destacado en el trabajo de Iraola, así como la iglesia y cuestiones diversas relacionadas con la misma.

Cuenta Iraola que hubo un tiempo en el que se consideraba que la mujer, tras parir a sus hijos “estaba en pecado” durante un tiempo. Ante el temor de que el recién nacido falleciera, se le bautizaba al día siguiente sin la presencia de la madre. Si por cualquier motivo ésta tenía que entrar en la iglesia, lo tenía que hacer “poniéndose una teja en la cabeza”. 

Otro apartado profusamente documentado gráficamente es el de las fiestas. Jabier Iraola tenía guardados los programas de los últimos 50 años, que se pueden consultar en el libro.

En el proceso de recogida de información Iraola y quienes han colaborado en la redacción del libro se han llevado alguna sorpresa y han conocido datos que ignoraban, como que la plaza de Igeldo fue en su día “particular. No era de piedra, sino de hierba”. La curiosa foto que da fe de ese hecho también está en el libro. 

Y un apunte que subrayan: el parque de atracciones de Igeldo “no es Igeldo”, aunque en el mismo trabajaran numerosos igeldoarras, de ahí que haya referencia al mismo en el trabajo. 

Estas son algunas de las numerosas historias que se recogen en un libro que también se presentó en Igeldo para que los principales protagonistas, los igeldoarras, conocieran los secretos de su elaboración.