La concejala de Acción Social, Aitziber San Roman (EAJ-PNV), ya no será miembro de la corporación donostiarra tras 17 años de ser parte activa en el día a día municipal, primero en la oposición y después en el Gobierno. No está en las listas de su formación, porque tras un proceso de reflexión ha decidido que había llegado el momento de dejarlo. 

¿Cómo y cuándo llegó usted al Ayuntamiento? 

De casualidad. Me afilié al PNV en el año 2000, me interesaba la política pero no tenía ninguna intención de dedicarme a ella. Estando trabajando en el euskaltegi de Pasaia recibí una llamada de Roman Sudupe, por aquel entonces diputado general de Gipuzkoa, diciéndome que le gustaría conocerme, que había salido mi nombre en algún batzoki. Nos reunimos en la Diputación y conectamos inmediatamente. Le expliqué que no tenía ni idea, pero me aseguró que éramos un equipo. En la primera reunión en el GBB dijo algo que se me ha quedado grabado para siempre: “Si hay alguien que piense que está en posesión de la verdad, mejor que salga por la puerta”.

Ese fue el inicio. 

Sí. En aquel entones en la listas municipales íbamos en coalición con EA. La campaña fue muy bonita pero no salí elegida, porque iba la número once en la lista. El grupo liderado por Roman Sudupe obtuvo nueve concejales pero, al final y por alguna renuncia, acabé entrando en el Ayuntamiento en la oposición.

¿Casi sin quererlo?

Tras pasar épocas duras en mi mida con mi divorcio y otros temas y después de casarme con mi actual marido Fermín, cuando me llamaron estaba en una época dulce. Me gustaba mi trabajo en el euskaltegi y fue Fermín quien me animó a probar algo nuevo. Visto lo que ha supuesto quizá hoy no me animaría (risas). Entré el 25 de octubre de 2005 con mucho miedo por representar a la ciudadanía. Ha sido una experiencia muy rica. 

¿Cuál ha sido su trayectoria en el Ayuntamiento?

He pasado por dos etapas muy distintas: la labor en la oposición y la de Gobierno. A los pocos meses de entrar, Xabier Ezeizabarrena pasó a ser portavoz municipal y yo a ser su segunda, con el tema de la incineradora sobre la mesa y el pulso que el Gobierno municipal (PSE-EE) hizo a su mismo partido. Me tocó meterme de lleno en un mundo apasionante. La primera fase fue de descubrimiento, la segunda (ya con Ezeizabarrena) consistió en seguir empapándome y el tercer momento en la oposición llegó con el liderazgo de Eneko Goia, una época de mucho trabajo en la que ganamos un concejal. Fue una época en la que se nos acercaba a hablar mucha más gente que antes y fui consciente de que los concejales hacemos una labor para toda la ciudadanía, la que nos vota y la que no. Pero escuchar no es sinónimo de dar la razón. 

Y llegaron al Gobierno. 

Fue cuando Eneko Goia me hizo el regalazo inmenso, aunque haya habido momentos complicados, de ser concejala de Servicios Sociales, descubriendo otra Donostia y al equipazo que tenemos en este área. Es un lujo estar de representante de la ciudadanía y uno mayor haber trabajado con este equipo. Nada más entrar empezamos a preparar los presupuestos y me di cuenta de que, como ocurre en casa, hay un dinero y hay que ajustarse. En el camino me he encontrado con muchos ángeles de la guarda, y en aquel momento lo fue Jaime Domínguez Macaya. La primera legislatura fue la legislatura de las personas mayores, se hicieron muchas cosas como bajar el precio de la ayuda domiciliaria. La segunda ha sido más la de la exclusión social, ampliando incluso el personal.

Un área fundamental, pero en ocasiones muy criticada.  

Creo que es desconocida y hay personas que se entrometen de una forma que sería impensable en otros ámbitos. Los servicios sociales no son conocidos por distintos motivos. Uno es el temporal, la Ley de Servicios Sociales es de 2008 y el decreto de desarrollo de 2015. Además mucha gente sigue con el chip de la beneficencia y los servicios sociales no lo son. A los servicios sociales podemos acceder todos y todas, lo que no significa que lo hagamos, porque tampoco vamos al médico si no lo necesitamos. Pero también nos hemos dado cuenta de que acudir a las trabajadoras sociales es algo normal, no algo de menesterosos como se creía antes. La telealarma es un claro ejemplo. La labor de las trabajadoras sociales es apasionante y complicada, sacan chispa a los recursos que hay. Cuando se critica que se dan ayudas a una gente y no a otra, no nos damos cuenta de que la mayoría de los que vivimos aquí desde hace tiempo tenemos una red, pero la gente que viene llega sin red y familia, hay que ayudarles más. Hay que aplicar el principio de equidad. No es justo dar a todo lo mismo, hay que dar lo que cada cual necesita para avanzar.  

Habla con un punto de enfado.

No, pero pasa algo. Podemos estar de acuerdo o no en cómo se educa, cómo se presta atención sanitaria, etc. La queja está bien y nos ayuda a funcionar, aunque a veces no se esté de acuerdo. Pero en los casos que he puesto como ejemplo no se ve que quien critica se ponga a dar clases en una plaza, a oscultar un enfermo o a dirigir el tráfico. Sin embargo, en acciones que tienen que ver con los servicios sociales cualquiera piensa que puede hacerlas y exigir que se hagan como le da la gana. Es injusto para las trabajadoras y el sistema. Creo en la colaboración con el tercer sector, pero no en la exigencia. 

Llegó el covid, que afectó más a las personas más vulnerables. 

Así fue. Ya veníamos trabajando mucho con las personas mayores, que se demostró que eran las más vulnerables, y con las que vivían en la calle. Cuando se dijo que había que quedarse en casa se tuvo que actuar con la gente de la calle. Euskadi tuvo antes que nadie un protocolo, aunque seguramente insuficiente, para las trabajadoras domiciliarias porque Eneko Goia lo pidió en el LABI. Yo me trasladé a Urdaneta, a trabajar con lo servicios sociales. Había muchas decisiones urgentes. En una semana más de 300 personas que habían venido de fuera, de las que los servicios sociales no tenían ni idea y trabajan en B, llamaron porque no tenían ni dónde comer. La centros de servicios sociales siguieron abiertos porque era necesario, se trabajó en condiciones difíciles y a destajo, se abrió el Atano, entre otros recursos, para la gente de la calle; se activó Lagun Kate para atender a las personas solas... Muchas cosas, mucha colaboración, búsqueda de mascarillas... Y siempre había gente pinchando por detrás. Fue muy intenso.

¿Cuáles son sus recuerdos más gratos en lo personal y en lo profesional? 

Algo que me emociona es haber conocido a un equipazo de gente. Los hogares del jubilado, la atención a personas en exclusión... Me llevo muchas cosas. Y si no lo digo reviento: estoy encantada con el liderazgo de Eneko Goia. Le he sentido muy cercano, me ha dado autonomía y libertad para equivocarme. Me he sentido protegida. Tiene a Donostia en el ADN y tiene muy claro hacia dónde tenemos que ir. Lo sabe no porque sea el más listo, sino porque escucha mucho. Es una persona muy empática. 

¿Cómo lo llevaba su familia? 

En los años en los que he estado en el Ayuntamiento, en 2007, nació mi hijo Xabier. Me tocó también que una persona cercana pasara una enfermedad muy seria. De todo he tratado llevarme un aprendizaje.

¿Qué pondría en el lado negativo de la balanza? 

En lo personal, si no llega a ser por mi marido Fermín mi casa se hubiera caído. Tengo un compañero de vida que, además de ser una de las personas más inteligentes que conozco, es quien se encarga de los cuidados, el que ha estado con nuestro hijo. Ahora, mis padres son mayores y no estoy con ellos lo que quisiera. No he sabido administrar mi tiempo para estar mejor con mi entorno. A nivel profesional, he llevado mal la falta de rigor al hacer planteamientos. Nos se pueden proponer cosas que sabes que no son posibles por quedar bien con ocho o con 800. Creo en la dación de cuentas y en escuchar, pero eso no significa siempre dar la razón.

Es usted una de las concejalas que más ha casado. 

La primera boda me llegó en 2006 por casualidad. Una chica pidió que le casara alguien del PNV y a poder ser mujer. Me acordé de mi boda en 2005. Me casó Roman Sudupe y me hizo una ceremonia preciosa. Se preocupó por todo y eso me encantó. Yo he querido también hacerlo bien, hacerlo como me gustó que me lo hicieran. Suelo quedar con las parejas para conocerlas. Escribo cosas de su vida, pero en cursi. Reutilizo fragmentos, pero cada pareja tiene su historia. Le pongo cariño.

¿Con qué nombres propios se queda? 

Con muchos. De otras formaciones, por ejemplo, con Arritxu Marañón (PSE), Axier Jaka (EH Bildu), María José Usandizaga (PP), Miren Albistur (PSE), Jaione Arratibel y Jokin Ezkerro (EA), también me llevaba bien con Jorge Letamendia (PSE)... De mi partido, también muchos. Que nadie se enfade, pero Miren Azkarate es mucha Miren, Jaime Domínguez Macaya, Maije Zelaia, Martín Ibabe, Jaione Hervás, Mari Carmen Robles, que tristemente falleció... Hablo de las personas con las que más he tratado en lo personal y laboral. Están los asesores, como Oscar Recalde, y técnicas o directores de departamentos, como Eva Salaberria, Alex Aisa, Edurne Otamendi...

¿Qué siente en el momento de la despedida? 

Emociones contrapuestas. Pena, cuando pienso en el equipazo de Servicios Sociales, los hogares del jubilados, asociaciones... Me acuerdo y se me saltan las lágrimas. La decisión ha sido buscada, creo que ya me vale. Cuando se lo comuniqué a Eneko me emocioné. Pero también siento mucho alivio, el que se siente cuando finalmente tomas una decisión. Entrará otra persona, pondrá toda la pasión, ilusión y contará con un equipo que lo da todo. 

“La decisión ha sido buscada y meditada. Creo que ya me vale. 16 años son muchos y he pensado que lo más honesto es dejarlo aquí”

Aitziber San Roman - Concejala de Acción Social del Ayuntamiento de Donostia

¿Lo deja por cansancio? 

No. Los dejo porque tras un periodo de reflexión consideré que ya me valía, que 16 años son muchos. He pensado que ha llegado el momento de decir hasta aquí. Me voy con alguna pena, como no ver terminada Villa Salia. Seguiré aportando de otra forma, pero lo más honesto es dejarlo. Con Eneko se está conformando un grupo muy bonito.

¿Qué se le presenta a futuro? 

Voy en la lista de Juntas Generales y poco más. Tengo que empezar a preguntar, porque yo soy funcionaria en el euskaltegi municipal de Pasaia. En principio mi idea es incorporarme y después ya se verá. Miro el futuro con curiosidad pero con tranquilidad. Si no llego a ser funcionaria no me hubiera metido en esta salsa. Tener esa seguridad de tener un puesto esperándote es mucho.