Por la comisaría de la Guardia Municipal de Morlans, en Donostia, han visto pasar cualquier objeto imaginable, desde dentaduras postizas y audífonos hasta sobres con 4.500 euros en metálico o incluso una urna funeraria con restos mortales en su interior. El servicio de objetos perdidos del Ayuntamiento de Donostia se ha convertido en “un referente” para muchas capitales de provincia del Estado al ser capaz de devolver prácticamente la mitad de los objetos a manos de sus propietarios. Lo hace, además, con hasta doce puntos de recogida repartidos por la ciudad y con envíos “a los cinco continentes”.

“Por aquí pasa gente cada pocos minutos las 24 horas del día. Hemos visto llegar prácticamente de todo”, cuenta Patxi, agente primero y responsable de la unidad en la comisaría de Morlans, a donde se envían la gran parte de los hallazgos que se dan en la ciudad. En 2022, la cifra llegó hasta las 19.199 objetos, de los que 7.689 se devolvieron a sus dueños, es decir, el 45% del total. Se trata de un porcentaje es muy superior al de otras ciudades cercanas como Bilbao, donde la media total de elementos que llegan a dependencias policiales al año se sitúa en torno a los 9.000, o Vitoria, donde la cifra es todavía más pequeña.

Este buen hacer en Donostia se debe, tal y como explica el concejal de Seguridad Ciudadana, Martín Ibabe, a los doce puntos de recogida repartidos por la ciudad y a un servicio que se actualiza diariamente a través de su página web. “Se ha convertido en un servicio referencial. Muchas capitales de provincia se interesan y nos preguntan por él”, revela, poniendo como ejemplo ciudades como Huelva e Iruñea, las últimas en hacer la consulta.

De este modo, además de los objetos que los propios ciudadanos puedan entregar, la Guardia Municipal recoge de forma diaria los elementos olvidados en Dbus; cada tres días los que aparecen en Euskotren; semanalmente los de la estación de autobuses, el Kursaal, el Teatro Victoria Eugenia y Tabakalera; y cada quince días los de Garbera, Arcco, el Hospital Donostia, Zara y Fnac. Todos ellos son enviados a la comisaría de Morlans, donde se reparten en dos bloques: los de menor valor como paraguas, carteras, gafas o llaves se exponen en una vitrina y los de más, como las joyas y bisutería, se guardan en una de las salas interiores de la instalación.

Un agente coloca unas llaves en el apartado de la urna dedicada a llaves extraviadas. Ruben Plaza

“A cada objeto que entra le damos de alta, los fotografiamos y se publica en la página web del Ayuntamiento. Ha habido gente que se ha puesto en contacto con nosotros hasta por Instagram”, cuenta el responsable de la unidad, al tiempo que explica que han llegado a hacer envíos “a los cinco continentes”. “En verano siempre tenemos casos de, por ejemplo, estadounidenses que han estado aquí, se han dejado algo y nos piden que se lo enviemos”, añade.

Pero, ¿cómo se demuestra que el objeto pertenece realmente a esa persona? “Nos tienen que decir las circunstancias de cómo se perdió, que coincida la fecha, el lugar... En el caso de los que son de más valor ayuda tener una factura o una fotografía”, contesta Ibabe.

Si pasados 30 días nadie los ha reclamado y no ha sido posible dar con su propietario, son devueltos a su depositante. En el caso de que este no los quiera, siempre se les acaba dando una segunda vida, ya sea cediéndolos a Emaús o a otra asociación o institución que los pueda utilizar o, por el contrario, enviándolos a reciclaje. Aquellos que tienen más valor, en cambio, por Ley deben de estar al menos dos años custodiados antes de cederlos.

Dentaduras y dinero en efectivo

Con tal carga de objetos recibidos cada año, prácticamente cualquier elemento posible ha pasado por dependencias policiales. Los más habituales suelen ser los más cotidianos, como carteras, mochilas, bolsos, paraguas, gafas, llaves, móviles, prendas de vestir y, por supuesto, tarjetas de cualquier tipo. “Hacemos taquitos con los DNIs y las Mugis”, apunta el concejal donostiarra.

También es más habitual de lo que pudiera parecer dar con dentaduras postizas y audífonos, piezas que, además, suelen tener un coste económico alto. “Con los audífonos, por ejemplo, tenemos un acuerdo con General Óptica para que nos rastree el código y así tratar de dar con su dueño”, indica Patxi.

A ellos se suman otros elementos de carácter deportivo, como raquetas de tenis y tablas de surf, y, como no, dinero en efectivo. “Nos sorprende la cantidad de gente que viene a dejar sobres con billetes que se ha encontrado y que podría haberse quedado”, revela el responsable de la unidad. Algunos ejemplos solo del pasado año son 1.500 euros hallados en el interior de un bote de colacao, 1.100 euros en un talón bancario o 1.454.000 rupias aparecidas en un autobús. No obstante, ninguna de estas cantidades supera los 4.500 euros descubiertos en un sobre de un parking de Oiartzun que fueron devueltos el pasado martes a su dueño. 

Entre las mayores rarezas, por su parte, destaca una urna funeraria con las cenizas mortales en su interior. “Intentamos descubrir de quién era a través de las funerarias, pero nos fue imposible”, comentan desde la comisaría, explicando que cualquier hallazgo, por extraño que sea, es recogido. “Todo tiene una segunda vida, ya sea con su legítimo propietario o a través de otra vía”, concluye el agente.