Hay un tema que salta periódicamente a los medios y que genera una honda preocupación: los casos de mujeres muy jóvenes objeto de violencia y control por parte de sus parejas, también muy jóvenes, siendo el móvil una herramienta para ejercitarla.

“Sí nos ha llegado algún caso muy duro de chavalas muy jóvenes que llevan tiempo siendo víctimas de ese control y que, pese a tener solo 20 años, han tapado y callado la situación durante años”, lamenta García.

“Ahí estamos fallando como sociedad. La sensibilización es mayor, pero todavía hay cosas que no han cambiado lo suficiente”, añade.

“Queda mucho por hacer. Vemos gente muy joven que no identifica la violencia, por ejemplo, en redes sociales. Sufren acoso y cuando les dices que son víctimas de violencia, de acoso, que lo pueden denunciar, no lo ven, lo tienen normalizado. Ahí falla algo”, subraya una de las agentes.

“Cuando nos llegan desde luego estamos encima”, aseguran. “Por ejemplo, en estos casos los agentes que están en la calle realizan una tarea importante. Si ven algún tipo de indicio, esas pequeñas cosas que demuestran que detrás ahí algo, como la forma de dirigirse a una chica o la pareja no deja que hable, nos pueden ayudar. Cuando nos explican que han intervenido en un caso y han observado este tipo de comportamientos, saberlo para nosotras es importante para cuando hablamos con la chica”, abundan.

“Normalmente a la primera no lo reconocen. Dicen que lo hacen porque les quieren”, subrayan.

Padres y madres podrían jugar un importante papel en situaciones de control y acoso y, generalmente, actúan “si se enteran”. “Es algo que se esconde. Muchas veces no lo interpretan como control. Eso de mándame una foto, dime con quién estás... no lo interpretan como violencia, como control. Han tenido charlas en los centros y pese a todo piensan que lo que les pasa a ellas no es eso”, afirma García.

“Muchas veces en los casos de personas jóvenes salta todo cuando ya llegan incluso a autolesionarse o algo peor porque no pueden más. Aguantan hasta unos extremos insoportables ”, informan las agentes.

Aunque sea la violencia machista la que mayor número de casos suma en esta unidad, también atiende a padres y madres que han sido víctimas de la violencia ejercida por sus hijos e hijas. “Es muy difícil para un padre o una madre dar ese paso de denunciar, muy difícil”, coinciden en señalar.

También se atienden casos de violencia entre hermanos y hermanas y entre parejas del mismo sexo.

Esta unidad de la Guardia Municipal atiende asimismo los casos de agresiones sexuales, en torno a 15 o 20 casos año. 

La atención a las víctimas de estos delitos es diferente, con gran importancia de la ayuda psicológica. En estas agresiones el seguimiento no resulta tan necesario, ya que “normalmente no vuelve a ocurrir, pero sí el acompañamiento y la preparación para acudir a sede judicial”.