El puente de Astiñene, entre Egia y Loiola, se abre el jueves al tráfico de peatones, vehículos a motor y bicicletas, después de la prueba de carga llevada a cabo este martes con una docena de camiones de gran tonelaje sobre la nueva pasarela. La nueva pasarela, que comenzó a construirse hace casi cuatro años y tenía que haber estado lista hace dos, se conectó con las demás carreteras este mes y fue escenario la pasada semana de otra prueba para comprobar que dos autobuses se podían cruzar en la pasarela sin problemas.

Afortunadamente, esta vez no se produjeron sorpresas, como ha ocurrido en esta obra desde que arrancó en febrero de 2019, después de que el Ayuntamiento sacase del cajón un proyecto previsto con anterioridad, que hubo que desempolvar con rapidez ante la aparición de grietas peligrosas en el viejo puente.

La concejala de Proyectos y Obras, Duñike Agirrezabalaga, presenció este martes la prueba de carga y las mediciones mediciones topográficas realizadas “que se han saldado con resultado positivo”. Las pruebas se han llevado a cabo en varias fases, colocando primero doce camiones, luego nueve y más tarde, seis, según explicó.

Puente de Astiñene, listo para acoger coches, bicicletas y peatones. Javi Colmenero

Las fuertes lluvias del lunes, dijo la concejala, impidieron colocar parte del hormigón de aceras, por lo que finalmente, los técnicos han decidido abrir el jueves a media mañana la pasarela con el fin de poder llevar a cabo los remates finales y ponerla en marcha con toda seguridad.

Obstáculo hidráulico

El Ayuntamiento de Donostia contemplaba desde tiempo atrás la sustitución de este puente, por suponer un obstáculo hidráulico, como advertía la Agencia Vasca del Agua, Ura, y contribuir a inundaciones. De hecho, el proyecto redactado por la empresa de ingeniería Ingzero estaba finalizado desde 2015, aunque a la espera de su ejecución.

La aparición de la grietas en 2018 en la vieja pasarela llevó a acelerar su sustitución y, tras un tiempo cerrada por riesgo de colapso, con el consiguiente trastorno para todas las líneas de autobuses que lo atravesaban y sus viajeros, el Ayuntamiento optó por reforzar de modo temporal el viejo paso con el fin de poder seguir utilizándolo hasta que estuviese finalizado.

El nuevo puente tiene un trazado en parte curvo y una longitud de 75 metros. Ha requerido del uso de grandes grúas para posar las piezas de la estructura metálica.

La obra ha estado afectada por numerosos contratiempos y los tres millones de euros en los que se encargó la obra al principio se han encarecido más de un 10%.

Los distintos parones que han afectado a la obra han tenido varios motivos. Por ejemplo, uno técnico, que estuvo causado por el tamaño de los pilares. Como no se encontró en el mercado una máquina micropilotadora del diámetro necesario, la dirección de obra optó por diseñar unos pilares distintos, con una micropilotadora más fácil de localizar, lo que obligó a calcular de nuevo todas cimentaciones y demás parámetros del puente y conllevó un notable retraso.

Los trabajos también han contado con problemas derivados de la situación de la pandemia, de suministros de materiales e, incluso, de la absorción de la empresa adjudicataria Murias por otra, Urbas.

La instalación de las tuberías de gas en la nueva pasarela ha supuesto otro retraso más que, por lo visto, será el último.