Cuando una familia emigra a otro país buscando una vida mejor, muchas veces le toca empezar de cero, sin apoyo familiar y en situaciones difíciles. Donostia cuenta desde hace siete años con el programa Familia Laguna, que promueve la convivencia y el acercamiento entre culturas en los centros escolares. Crear entre los alumnos más pequeños relaciones que se basen en el respeto y que los padres sean el ejemplo de sus hijos. “A final de curso, de lo que nos damos cuenta es de que el agradecimiento no solo es de la familia de otro origen, sino que ambas familias se sienten tremendamente agradecidas de haber participado en este programa por todo lo que han aprendido los unos de los otros”, asegura Helena Núñez, coordinadora intercultural del proyecto Ongi Etorri Eskolara de la ikastola Orixe de la Parte Vieja.

“Nos hablaron del proyecto en el colegio de nuestras hijas y nos comentaron que buscaban familias con hijos de la misma edad de los nuevos alumnos de origen inmigrante recién matriculados, para conocer a esas familias y trabajar juntos la inclusión y enseñarles nuestra cultura, nuestras fiestas tradicionales o temas del barrio. Este es nuestro segundo año como voluntarios”, cuenta Jon Elzo Aizarna, padre de Jule, de segundo de infantil de la ikastola Orixe.

La familia de Jule ha conocido a la de Juliette, ambas de segundo de Infantil y de la misma clase desde el primer curso. Los padres de Juliette llegaron de Honduras hace tan solo tres años y, gracias al programa Familia Laguna, han podido trabajar juntas para facilitar el cambio que supone la llegada a un país desconocido. “Cuando vinimos a este país no conocíamos casi nada, ni conocíamos a gente y mediante este proyecto conocimos a Jon y Aitziber. Con ellos y nuestras hijas hacemos actividades, tanto planificadas por el programa, como fuera de él y si nos pasa algo o no sabemos hacer alguna gestión o cualquier cosa, se agradece mucho tener a alguien a quien preguntar y pedir consejo con cualquier tipo de duda. Es como tener un guía o una orientación”, asegura Henry Guzmán, padre de Juliette, su hija de casi tres años.

El programa Familia Laguna significa oportunidad social, de acercamiento y de conocimiento de recursos para familias recién llegadas de diferentes países, que junto a familias locales que se ofrecen como voluntarias, contribuyen a su inclusión. Se pone en contacto y se vincula a familias recién llegadas de otros países con locales con hijos de la misma clase, lo que les permite compartir información sobre el aula, el colegio y sus actividades, así como encontrarse en horas de entrada y salida del colegio. Además, de este modo las familias guipuzcoanas, tienen la oportunidad de conocer otra cultura y empatizar con las diferentes situaciones y dificultades de quienes llegan a nuestro territorio. A lo largo del curso todas las familias se reúnen en varias ocasiones, para hacer alguna actividad.

El programa, que se trabaja dentro del proyecto Ongi Etorri Eskolara, se puso en marcha hace siete años en Aitor Ikastola de Donostia. Ahora está implantado en 16 centros de primaria repartidos entre Donostia, Errenteria y Andoain y cuenta con la participación de alrededor de 200 familias. “Una familia euskaldun acompaña a la recién llegada de otro país en el primer año de colegio de sus hijos en el ámbito educativo y comunitario y para facilitarles información sobre la escuela o la comunidad”, explica Helena Núñez. Las familias trabajan juntas para aprovechar la ventaja de la diversidad cultural, enriqueciéndose con el conocimiento de otras culturas y facilitando la convivencia intercultural y la inclusión, “ya que también para la familia local es una oportunidad para aprender mucho”, añade.

Cuando hay un alta nueva en el colegio de una familia recién llegada de otro país, se le hace una entrevista y se le habla de este proyecto. Después se habla con las familias locales y se les ofrece la posibilidad de hacer un acompañamiento voluntario. “En nuestro centro se empezó el año pasado y se sumaron al proyecto 16 familias, que son las mismas que siguen este segundo año. También estamos ahora empezando a entrevistar a las nuevas familias del primer curso que acaban de matricularse”, recalca Núñez.

“Nosotros nos hemos adaptado genial tanto en el barrio como en la escuela, porque la gente aquí es maravillosa y nos hacen sentir en familia. Da gusto ver cómo en el cole o en los cumpleaños todos los niños de diferentes orígenes y culturas disfrutan y juegan juntos”, dice Guzmán.

Para Henry Guzmán y su familia, uno de los puntos fuertes de este programa es que “nos permite fortalecer debilidades interculturales y se fomenta una convivencia que sirve de ejemplo para nuestros hijos”. Se hacen actividades basadas en el respeto para aprender que ninguna cultura está por encima de otra y crear sociedades más justas, tolerantes e igualitarias.