El marmitako como su propio nombre indica, es un plato típico de nuestra gastronomía que se prepara en una “marmita”, una olla de metal. Todo un manjar recurrente a la hora de cocinar para muchos comensales. Pero entre tantas maneras de elaborarlo, ¿cómo saber cual es el mejor?

En Semana Grande, los amantes de la cocina se congregan en la Plaza Gipuzkoa de Donostia para intentar deleitar las papilas gustativas de nueve jurados expertos en la materia y llevarse la txapela. Este año, 17 cazuelas han competido por ser la mejor en la 15 edición de la Marmitako Lehiaketa.

Imanol Etxeberria y Asier Alejandro cocinaron en su fuego ecológico. Iker Azurmendi

Las primeras en ponerse manos a la masa fueron Nieves y Maite, las hermanas Labaka. Curtidas cocineras y amantes del marmitako. Para ellas la experiencia y la paciencia en los fogones es la clave del éxito: “Llevamos mucho tiempo cocinando. Este es un plato sencillo si lo sabes preparar”.

Cuando los demás concursantes rehogaban las verduras y pelaban las patatas, el zarauztarra Elias Azpirotz ya había comenzado a trabajar el pescado. Según Azpirotz, el punto del bonito es “la clave de un buen marmitako”. Su secreto consiste en “sumergirlo en agua antes de cocinarlo para que la textura de la carne sea más blanda”. 

Imanol Etxeberria y su compañero Asier Alejandro apostaron por cocinar en un fuego ecológico. “Estamos preparando el guiso con madera reciclada y trozos de nuestro antiguo coche, queremos mostrarles nuestra propuesta ecológica”. Los aietetarras estaban contentos con el resultado, “tiene buena pinta”, aseguraron.

Los organizadores de Gaztelubide enplataban los marmitakos en vajilla de cerámica

Los organizadores de Gaztelubide enplataban los marmitakos en vajilla de cerámica Iker Azurmendi

Gran cantidad de curiosos se acercaron al espacio de Jose Luis e Ibai Carrera. El olor que emanaba de sus cazuelas despertaba el hambre a quines se aproximaron a la Plaza Gipuzkoa. Los errenteriarras son expertos en controlar los tiempos del bonito. “Además de incluir la sal en su justa medida, hay que buscar el punto exacto de la carne”, desvelaron.

 Nueve jurados uniformados de negro fueron los responsables de decidir la pareja ganadora de este año. La mesa de los jueces estaba conformada por eminencias de la gastronomía vasca, como el presidente de la federación de cofradías gastronómicas Juan Manuel Garmendia. Para el beasaindarra “un buen fumé es esencial” y las verduras “no pueden estar duras”. Otra clave: “cocinar el pescado en su punto exacto, para que no se pase”.

Entre los presentes en la cita gastronómica estaba el alcalde Eneko Goia, que desveló su secreto cuando prepara este plato en casa. “La elaboración tiene su miga, lo último que hay que meter es el bonito, para que el pescado no se quede seco”, añadió.  

Los jueces puntuaban cada plato, una vez probado. Iker Azurmendi

A las 14.30 horas, todas las cazuelas estaban listas y los marmitakos enplatados. Una vez probados todos, los jueces eligieron sus favoirtos. El tercer puesto fue para Maite y Nieves Labaka. La segunda mejor cazuela fue la de Tomás Núñez y Jose Manuel Irigoyen y las ganadoras fueron las donostiarras Eli Murgiondo y Eli Artola, que recibieron el premio de manos del alcalde Eneko Goia. Las txapeldunas afirmaron estar “flipadas” y desvelaron su truco: “cocer mucho la patata y echar el caldo lo último”.