Si hay un plan verdaderamente donostiarra es ver los fuegos artificiales con un buen helado en la mano. Durante los ocho días que dura la Aste Nagusia se pueden contemplar desde muchos puntos de la ciudad pero cada donostiarra tiene su heladería de referencia para no perder esta tradición.

En Donostia hay famosas heladerías que están muy concurridas durante el verano, y sobre todo, antes y después de los fuegos artificiales, con colas de metros y metros. Son heladerías con productos artesanales en las que se pueden saborear deliciosos bocados de todas las variedades que se puedan imaginar. Oiartzun, Casa Arnoldo y la heladería del Boulevard son algunas de ellas.

Heladería Arnoldo es la más antigua de la ciudad y es la preferida de mucha gente para coger su helado antes de ver los fuegos artificiales, ya que sus establecimientos repartidos por distintas zonas ofrecen la posibilidad de conseguirlos en varios puntos. La primera tienda de Arnoldo se abrió en 1935 en la calle Garibai 2, el obrador de hoy en día, y ahora cuenta con otros cuatro establecimientos que forman una red necesaria para una de las tradiciones más típicas de Donostia: fuegos y helado.

Marta Arnoldo forma parte de la quinta generación heladera de esta casa. Su familia italiana se instaló en Donostia con sus recetas artesanas elaboradas con una fórmula tradicional y productos locales. “La clave es utilizar ingredientes de primera calidad y que a la gente le gusten. Nuestros helados son naturales y artesanales hechos aquí mismo, usamos producto local, como leche de Igeldo, también productos italianos como la avellana de Piamonte y cacao belga”, cuenta Marta Arnoldo. Para ella, el único secreto de un buen helado es que la base de leche sea de muy buena calidad y que todos los ingredientes sean naturales.

Las heladerías Arnoldo del puerto, la avenida de la Libertad, Isabel II y Reyes Católicos acogen largas colas estos días. Entre helados y sorbetes ofrecen 48 sabores diferentes para satisfacer los gustos de todos. “Nuestra especialidad es el helado de café con el que mi abuelo ganó el premio de una copa de oro, pero no es el más vendido porque no a todo el mundo le gusta este sabor y los niños no lo suelen pedir”, explica. Aunque su helado estrella es el de café, entre los favoritos de la gente y los más vendidos siguen estando los clásicos de yogur y chocolate.

La heladería Oiartzun, sita en Igentea 2, es otro clásico de la ciudad para comprar un helado y ver los fuegos artificiales desde que en 2010 se abrió el establecimiento contiguo a la famosa pastelería del mismo nombre. El encargado, Iñaki Grado, recalca que venden exclusivamente sabores 100% naturales, prestando especial atención a la calidad de los productos y al proceso de elaboración.

“Además de estar en una ubicación perfecta para luego ver los fuegos, nosotros nos diferenciamos porque contamos con 56 sabores y de ellos 52 son sin gluten y 19 veganos. Todo del propio obrador”, cuenta el artesano, que destaca la pasión de Oiartzun por los pasteles y helados artesanos. “Hoy en día prácticamente nadie trabaja como se hacía hace 60 años y nosotros sí lo seguimos haciendo”, añade.

Según Grado, un helado debe ser un producto que huela, tener textura en la garganta y retrogusto de sabor. Son los tres requisitos que debe cumplir un helado para que esté a la venta. “Lo que nos diferencia del resto es, sin duda, la calidad”, dice. “Siempre hemos sido una referencia a nivel local y estatal porque esta heladería ha sido una de las diez mejores de Europa y eso es gracias a nuestro producto natural, que es como debería ser siempre, porque cuando un helado lleva gluten, significa que no es natural”, explica.

HASTA DE ‘GAZTA ZAHARRA’

El objetivo de la heladería Oiartzun no es que a todo el mundo le gusten todos los helados, sino que a cada persona le guste por lo menos uno. “Tenemos el de gazta zaharra que es de todo menos dulce y uno picante, que es un sorbete hecho con frambuesa, zumo de lima, virutas de chocolate negro, mojo picón y salsa de habaneros”, explica Grado sobre una de sus recetas innovadoras y exclusivas. “Otro icono es el helado Oiartzun, de castaña con calvados, mango y maracuyá, complejo por la dificultad de maridar una castaña, que es un producto gastronómico muy astringente”, recalca.

“Cuando alguien prueba nuestro helado ya no cambia”, asegura. Con menos historia y en pleno Boulevard de Donostia, la Gelatería Boulevard es otra de las más elegidas. Abrió sus puertas en 2004 y ya cuenta con dos establecimientos, en el Boulevard y en el Kursaal, dos ubicaciones idóneas para ver los fuegos. El proceso de elaboración se lleva a cabo en el mismo Boulevard, donde se producen 40 sabores diferentes, y lo que les diferencia, además de su amplia variedad, es el gran tamaño de las bolas.

“La relación calidad-precio es muy buena y aunque hay muchas heladerías cerca, siempre son las mismas las que están llenas y eso es por algo”, asegura Ali Ouadija, encargado de la tienda del Boulevard. Los helados de la Gelatería Boulevard se diferencian del resto por tener un menor contenido de grasa y en que suelen ser también bajos en azúcar con una cantidad cuidadosamente equilibrada con el agua para evitar que se hielen. “A la gente le llama mucho la atención la cantidad de helados que tenemos aquí, pero el sello de distinción de esta heladería en concreto, aparte de la calidad, es la gran cantidad de helado que servimos, que es un factor muy importante”, cuenta el encargado.

El helado que más se vende, dice, es el de Kinder Bueno y otro que también es muy típico, que a la gente le gusta mucho, es el de tarta de yema. “En Semana Grande las colas para entrar en esta heladería son descomunales”, señala Ali Ouadija. Estas heladerías elegidas por los donostiarras y los visitantes para cumplir con la tradición de ver los fuegos artificiales con un cremoso helado en la mano echan humo entre las 22.00 y 22.45 horas, justo antes de que empiecen el lanzamiento pirotécnico, según Marta Arnoldo. “Tenemos un parón durante los fuegos en el que se nota menos gente y aprovechamos ese momento para reponerlo todo corriendo”, comenta.

La heladería Oiartzun coincide en que la hora punta es la media hora antes de los fuegos artificiales, pero añade que los 45 minutos de después del espectáculo también son muy intensos. “En años anteriores las colas nos llegaban hasta la calle San Jerónimo”, cuenta Iñaki Grado.

Ali Ouadija lleva seis años trabajando en la Gelatería del Boulevard en Semana Grande y asegura que se generan verdaderas filas de gente que viene a comprar su helado antes de los fuegos y que se para un poco la venta durante el espectáculo, pero que en cuanto acaba, otra vez la gente empieza a llegar hasta que se llena el local. “Durante una noche de fuegos artificiales vendemos una barbaridad de helados, no sé ni cuántos”, asegura el encargado.

LA TARRINA AVANZA

Para ocasiones como la Semana Grande y los fuegos artificiales todavía sigue ganando el cucurucho, pero año tras año se nota que la tarrina va cogiendo cada vez más fuerza y van igualándose los dos formatos. “La gente sigue prefiriendo lo clásico, ir a ver los fuegos con el típico cucurucho mediano de una bola de dos sabores, que es el que más se vende aquí”, dice Marta Arnoldo.

“Hay estadísticas que muestran que se venden más cucuruchos que tarrinas y en nuestro caso el helado que más vendemos en Semana Grande y siempre es el de chocolate”, cuenta Iñaki Grado.