"Nuestra intención es inocular los valores del humanismo en la empresa para mejorar su competitividad"
Los avances en torno al Modelo Inclusivo Participativo de Empresa que propugna la Fundación Arizmendiarrieta se suceden con la vista puestaen concretar su desarrollo y lograr cambios legales para favorecer su implantación en las empresas
- Encarando el futuro con ilusión y optimismo, el presidente de la Fundación Arizmendiarrieta se muestra satisfecho por los pasos dados en materia de acuerdos de difusión del Modelo Inclusivo Participativo de Empresa (MIPE), así como por el eco internacional que está teniendo el proyecto. Haciendo suyo el dicho jesuita de “activismo hasta en la reflexión”, han mantenido contactos con las principales ideologías políticas, empresariales y sindicales en la CAV, Nafarroa, Madrid y a nivel europeo, incluso con la Confederación Europea de Sindicatos, que lo consideró de gran interés como referencia de futuro para las empresas.
A su modo de ver, las tres claves del MIPE son la comunicación interna -creando un clima de confianza en base a una comunicación transparente, sistemática y entendible-, la participación en resultados y la formación permanente para el desarrollo de las personas técnicamente y en sus capacidades humanas. Trilogía que comparte con el modelo cooperativo vasco y que hace extensible también a empresas que no sean cooperativas.
¿Ha marcado un hito la validación del MIPE y el acuerdo de difusión del mismo con Uniapac, organización internacional que agrupa a 43 asociaciones de empresarios y directivos cristianos, con 40.000 miembros en todo el mundo?
-Sí, en la medida en que hay un compromiso firme por su parte de transmitirlo a sus organizaciones miembros. El acuerdo fue ratificado por el consejo mundial de Uniapac el 18 de febrero y han aceptado el modelo tal cual lo hemos propuesto.
Tienen incluso fechas ya para presentaciones en Roma y Bruselas. ¿Supondrá un espaldarazo internacional a la difusión del MIPE?
-Sobre todo el congreso de Roma en octubre, porque reunirá a unas 300 personas, que serán recibidas por el Papa con toda la solemnidad de un congreso mundial. La presentación en Bruselas se reduce a un órgano europeo pero también es relevante porque en Europa hay organizaciones empresariales muy potentes.
En paralelo están gestionando acuerdos similares con ‘Economía de Francisco’, movimiento suscitado por el papa Francisco para impulsar una nueva economía ¿Qué nos puede avanzar al respecto?
-Ahora queremos que este organismo mundial con sede en Asís valide el MIPE igual que Uniapac, para lo cual hemos hecho gestiones ya en Madrid y Roma. Tras la fase descriptiva estamos en la fase de validación. Está en marcha y supongo que este año lo conseguiremos.
Tienen intención de inocular estos valores también al movimiento con sede en Nueva York ‘Council for an Inclusive Capitalism with the Vatican’, impulsado por líderes empresariales católicos que dan empleo a más de 200 millones de personas en todo el mundo...
-Así como la Economía de Francisco está dirigida a los jóvenes, esta organización va dirigida a los grandes empresarios y con ella tenemos la intención de ir inoculando los valores de nuestro proyecto pero aún no hemos encontrado la manera de calar. Siempre yendo con un mensaje de que es una aportación vasca basada en una experiencia real y en una cultura específica. Tenemos un grupo empresarial que es singular en el mundo, como es el Grupo Cooperativo Mondragón, y en base a eso ofrecemos soluciones que han funcionado en nuestro caso. Aprovecharemos la petición que nos han hecho de sugerirles aportaciones válidas para el resto de miembros de la organización para proponerles nuestro modelo, traducir al inglés el documento elaborado con Euskalit que recoge ámbitos, orientaciones e indicadores para implementarlo en las empresas, facilitárselo y poder explicárselo.
También han recibido una invitación del Vaticano para formar parte de una comisión de empleo de rango mundial en torno al Desarrollo Humano Integral. ¿Qué repercusión va a tener?
-En el Vaticano han encargado al Ministerio para el Desarrollo Humano Integral que lidere una comisión de empleo transversal de los distintos ministerios. Han conocido nuestro modelo y les interesa incorporarlo. Hemos decidido participar, aunque da un poco de vértigo, pero a la vez es un orgullo que una organización vasca esté representada en esos ámbitos.
Actualmente están estudiando una propuesta para instaurar la ‘Jornada por el trabajo digno y la empresa humanista y sostenible’, aspectos acordes con el proyecto de empresa que propugnan desde la Fundación Arizmendiarrieta. ¿Por qué esta iniciativa?
-Es una propuesta para instaurar a nivel de la Iglesia universal. Entendemos que hablar de trabajo digno, en sociedades desarrolladas, implica tener empresas que se preocupan del desarrollo de las personas que en ellas trabajan. El trabajo digno y la empresa humanista son dos caras de la misma moneda, lo cual encaja totalmente con el MIPE. Sabemos que es un objetivo ambicioso, pero no imposible ya que también conecta con las necesidades de las empresas actuales.
Por otro lado, han iniciado el proceso del II Premio Arizmendiarrieta en Nafarroa para distinguir a la empresa que destaca por implementar recomendaciones del MIPE. ¿Cuál es el volumen de candidatos?
-Hay 23 precandidatos, son empresas propuestas por los miembros del jurado que en sus modelos de gestión incorporan algunas de las recomendaciones del Modelo Inclusivo Participativo de Empresa. De ellas se han elegido siete candidatos y a continuación se realiza una evaluación muy rigurosa por parte de la Fundación Navarra para la Excelencia, equivalente a Euskalit en la CAV. El 27 de abril se decidirá el ganador y se entregará el premio en junio. La Fundación Arizmendiarrieta es el alma de la organización de este premio, junto con el Departamento de Desarrollo Económico y Empresarial del Gobierno de Navarra, las dos universidades navarras, la Fundación Industrial y la Cámara de Comercio navarras.
¿Harán lo mismo en la CAV?
-Sí, haremos también aquí la segunda edición, que a buen seguro tendrá un eco importante y gran repercusión.
En paralelo, en colaboración con la Fundación Pablo VI de Madrid, hay en curso sugerencias legales relacionadas con un proyecto de ley sobre la participación de los profesionales/trabajadores en la empresa. ¿En qué aspectos profundizan?
-En varios aspectos, como son la problemática de las empresas familiares con problemas de sucesión, empresas en crisis con posible viabilidad, empresas intensivas en conocimiento en las que la participación en la propiedad puede resultar un instrumento de fidelización de los profesionales críticos para la competitividad de las mismas, y la búsqueda de un vehículo legal que canalice la participación de los trabajadores interesados en hacerlo de forma colectiva.
Acerca de la puesta en marcha de las Aulas Arizmendiarrieta, inicialmente en las Escuelas Profesionales de Egibide (Gasteiz) y Muskiz ¿qué actividades desarrollarán?
-Entre otras actividades vamos a desarrollar una Unidad Didáctica sobre el MIPE dirigida a los alumnos de FP de la CAV, a sugerencia del lehendakari Urkullu, interesado en la iniciativa. Ya tenemos el equipo que lo va a realizar. Queremos que los propios profesores diseñen las actividades de esas aulas y el siguiente paso será que esa unidad didáctica tenga desarrollo en otras unidades y en más presencia en las aulas. En paralelo estamos presentando el modelo MIPE en las escuelas de negocios, sobre todo en Deusto Business School.
Y continúan con una difusión especial en el mundo cooperativo...
-Es un trabajo continuado, a modo de lluvia fina. Todas las semanas enviamos una newsletter a más de 1.000 líderes de opinión, entre ellos empresas cooperativas. La problemática que nos encontramos es que el modelo jurídico cooperativo a veces es una restricción. Una solución puede ser inocular los valores cooperativos en las sociedades anónimas, es decir, que estos valores estén presentes en ellas aunque no tengan la fórmula jurídica de cooperativa.
En el marco de la denominada Economía de Cooperación tienen también planes. ¿Cuáles son las metas de la Fundación en este sentido?
-Por un lado, un acuerdo con la Universidad de Deusto para la realización de una tesis doctoral sobre Buenas Prácticas para la cooperación público privada en el mundo, que hemos abierto a posibles doctorandos de los movimientos internacionales antes citados. Y por otra parte, retomar la organización de la III Jornada de Cooperación entre Empresas, tras haberse suspendido por la pandemia. Esto es una singularidad de Arizmendiarrieta, lo que denominó la intercooperación o colaboración entre empresas para apoyo mutuo. Estas jornadas reúnen a empresarios de la CAV, Nafarroa e Iparralde.
Por último, siguen profundizando en las raíces del MIPE. ¿Cuáles son los proyectos en este sentido?
-Hay dos iniciativas. Un proyecto de fuentes orales para la memoria histórica, recogiendo testimonios de los promotores de las primeras cooperativas de la experiencia de Mondragón como complemento de las personas que entrevistamos para el documental Arizmendiarrieta El Milagro de Mondragón. Y estamos inmersos en un proyecto de reflexión sobre Personalismo vasco y Arizmendiarrieta, con la intención de hacer ver que los valores del humanismo tienen unas raíces filosóficas, con una concepción del hombre y la sociedad por detrás muy coherente con el pensamiento vasco. Queremos hacer aflorar eso y que acabe facilitando material educativo para utilizar en los centros de enseñanza e incluso la universidad.
Jon Emaldi |
“Con Euskalit hemos pasado de conceptos genéricos a buenas prácticas para las empresas”
Jon Emaldi confirma que el trabajo realizado con Euskalit ha supuesto un gran empuje para el desarrollo del MIPE de cara a llegar a un modelo de empresa más inclusivo y participativo, que a la vez sea más competitivo y más humano
- Para el coordinador del equipo conjunto de la Fundación Arizmendiarrieta y Euskalit, el resultado del trabajo ha sido “muy gratificante” y esencial para adaptar el MIPE a la realidad de las empresas de la CAV y Nafarroa, al tiempo que avala que el cambio es posible.
¿Cuáles han sido los frutos de ese trabajo conjunto?
-Recoge los ámbitos de actuación, las orientaciones para su implementación y los indicadores que permiten el seguimiento de dicha implementación del Modelo Inclusivo Participativo de Empresa aprobado por unanimidad de los parlamentos navarro y vasco en 2018. A partir del modelo inicial se ha llegado a un modelo más evaluable, con una metodología de Euskalit-Fundación Vasca para la Calidad. Con su ayuda hemos pasado de unas recomendaciones generales, de conceptos genéricos que tienen que tener las empresas para aunar la competitividad y el reto de hacer una empresa más humana, a unas buenas prácticas y unos indicadores de seguimiento sobre ellas -medidores tanto de rendimiento como de opinión-, aplicados a la realidad de las empresas de la CAV y Nafarroa.
¿Quiénes han compuesto el equipo para este desarrollo?
-El equipo de trabajo ha estado compuesto por miembros de la Fundación Arizmendiarrieta, de Euskalit y personas con gran experiencia en cooperativismo de la Corporación Mondragón y de las universidades de Deusto y Mondragón. Es un equipo multidisciplinar, conocedor de la metodología de cómo hacer modelos de gestión de empresa y prácticamente todos ellos son evaluadores de Euskalit.
¿Este trabajo con Euskalit ha sido fundamental para implementar la filosofía del MIPE?
-Supone una concreción que ofrecemos a las empresas para poder dar el paso de aplicar unas recetas muy concretas, contrastadas con la experiencia de las cooperativas, y que desarrollan esas ideas de mayor participación, mayor colaboración entre las personas, mayor adhesión de estas hacia el proyecto compartido que es el desarrollo de la empresa y mayor participación tanto en las formas de gestionar como en los resultados, incluso con participación en el capital. Hay que pasar de la filosofía a los comportamientos concretos. Además, es un modelo muy modular, que debe aplicarse a cada empresa de forma distinta.
¿Se recogen recomendaciones concretas en 30 ámbitos de la gestión empresarial?
-Sí, agrupados en cuatro ejes, que son la gestión y cultura de empresa, proyecto compartido, participación en gestión, resultados y propiedad, e impacto social.
¿Cómo han trabajado para llegar a ellas?
-Hemos comparado este modelo con otros que existen y hemos visto que está muy alineado con el modelo de empresa avanzada. Si bien Euskalit ha desarrollado en mayor medida la parte relativa a la participación de los trabajadores y trabajadoras en la empresa. También lo hemos comparado con Ekinbarri, que habla de buscar unas nuevas relaciones entre las personas. El MIPE está totalmente alineado con ello, pero desarrolla en mayor medida los temas que tienen que ver con una retribución que no marque demasiadas diferencias salariales y los elementos relativos a la participación de las personas en los procesos de decisión y en los resultados o en el capital.
¿Ha sido un trabajo arduo?
-Sí, pero muy gratificante porque aunque el equipo de trabajo mezclaba orientaciones distintas, todos estábamos muy alineados. Teníamos distintos puntos de vista pero compartíamos que ese modelo de empresa nueva tiene que estar basado en que las personas necesitan empoderarse para avanzar y tener mayor valor añadido en su trabajo. Esa es la única forma de que la empresa resulte en su conjunto más competitiva. Y por otro lado, el estilo de relación dentro de la empresa tiene que ser de igual a igual, debe ser capaz de empujar las aportaciones de cada uno por la vía de la adhesión. Todos los puestos tienen que ir convergiendo, porque todos aportan un elevado valor añadido. Además es una aportación vasca a los cambios en la empresa que son absolutamente necesarios y que se están demandando a nivel europeo de forma generalizada e incluso a nivel mundial.
¿Pero hacer las cosas de una manera diferente requiere un cambio drástico de mentalidad en la empresa?
-Hay una demanda muy clara de ese cambio en las empresas para mejorar su competitividad. Es un clamor. Ekinbarri y las patronales vizcainas hablan de cambiar el estilo de relaciones dentro de la empresa. Ello tiene que cambiar, al igual que el funcionamiento, la forma de dirigir y la convicción de las personas de que tienen que participar en un proyecto común. La competitividad de la empresa se basa en la cooperación, la participación y el desarrollo de las personas, de tal manera que no hay el conflicto de la lucha de clases tradicional sino un proyecto compartido que evidentemente tiene sus tensiones. El MIPE propone avanzar en que la competitividad tiene que estar basada en esa correlación de fuerzas y en ese compartir las formas de gestionar que hasta ahora no era habitual. En las cooperativas ya se había demostrado que tenía un gran valor.
La experiencia previa en las cooperativas vascas avala sobre el terreno que el cambio es factible...
-Esto no es un trabajo académico sino una cuestión muy contrastada en la práctica, y ello en el grupo empresarial más importante del País Vasco, que es el Grupo Cooperativo Mondragón. Por ello tiene todas las garantías. Se ha comprobado cómo las empresas pueden funcionar de forma eficaz, competitiva y exitosa.
Y después del trabajo con Euskalit ¿cuál es el siguiente paso?
-La iniciativa ahora la toma la Fundación Arizmendiarrieta para ir implantando el modelo a nivel de empresas que estén convencidas de su utilidad y lo estamos desarrollando, porque es algo dinámico que se debe ir adaptando a cada entorno.
¿Algún sector empresarial es más sensible hacia el Modelo Inclusivo Participativo de Empresa?
-Las asociaciones de empresarios vascos están más cerca de este modelo. En algunos casos, la participación en la propiedad se ve incluso como una herramienta de fidelización de los profesionales críticos, para retener el talento. Cuanto más cualificada e internacionalizada es la empresa y está compitiendo por calidad e innovación, ve más necesarias estas propuestas. También hemos recogido muchas sugerencias de los propios empresarios.
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