La mesa horaria colocada en los jardines de la plaza Gipuzkoa en 1879, muy cerca del edificio de la Diputación, sigue mal colocada. Los donostiarras y visitantes que se acercan a mirarla comprueban que no indica bien los puntos cardinales, como debería hacer este instrumento, que informa también de la hora en otros puntos del planeta cuando en Donostia son las 12.00 horas.

Ciudadanos particulares, como el relojero Álvaro García Larumbe, y entidades como Aranzadi, han alertado al Ayuntamiento para que vuelva a su posición original. Sin embargo, no han podido descubrir desde cuándo está mal, aunque suponen que fue a consecuencia de alguna de las obras de rehabilitación de la plaza hace décadas.

En 2015, el Ayuntamiento llevó a cabo una limpieza y restauración de la mesa, que estaba ennegrecida y tenía las inscripciones borradas, además de otros fallos asociados al paso del tiempo, como sucede ahora. El instrumento astronómico quedó reluciente y blanco, con sus inscripciones y líneas grabadas y pintadas en negro. Pero cuál fue la sorpresa de los entendidos cuando vieron que estaba mal orientada.

Los responsables de distintos departamentos se defendieron diciendo que antes de su rehabilitación ya estaba así y aseguraron que la mesa tenía que estar mirando hacia la Diputación por estética y porque siempre había sido así. Pero Álvaro García Larumbe recalca que la mesa, al igual que el templete meteorológico y un cañoncito que explotaba a las 12.00 en punto, fueron instalados hace 143 años con una finalidad decorativa-científica mientras que el edificio de la Diputación se terminó de construir unos años después, en 1885.

García indica que él ha tocado repetidamente la puerta del Ayuntamiento para reclamar que la mesa se gire como es debido, pero sin éxito por el momento. También la ha limpiado en alguna ocasión con cepillos para devolverle su esplendor.

El relojero recuerda que fue el experto astrónomo, geógrafo y matemático José de Otamendi el que regaló la mesa horaria, construida por el marmolista Raou, además del templete y el cañoncito desaparecido.

El relojero explica que el creador de la tabla horaria lo hizo en un día de equinoccio, como el de mañana, y trazó el norte gracias a la sombra que daba un palo colocado en vertical en la mitad de la mesa a las 12.00 horas.

"Hace 143 años, la persona que construyó la mesa estuvo en la plaza Gipuzkoa para poder sacar el norte geográfico. Hay que hacerlo con un instrumento muy difícil de encontrar: un palo", dice con humor, para recordar que la técnica ha sido utilizada, según los expertos, en monumentos como las pirámides de Egipto o Stonehenge, cuando no existían las brújulas.

"Voy todos los años voy a ver el fenómeno", dice García, que señala que este domingo 20 a las 13.15 horas "será el mediodía solar y la sombra que dará el palo indicará el norte geográfico", anuncia para el que lo quiera comprobar con una estaca.

El relojero recuerda que Donostia fue la primera ciudad del Estado que tuvo aparatos científicos para uso y disfrute de la ciudadanía, "como un pequeño Kutxaespacio de la época". "Tuvieron que pasar diez años para que se inaugurase la exposición universal de Barcelona y se colocara un templete meteorológico y una mesa horaria, que son una copia de lo que tenemos nosotros", informa.

La historia de la mesa horaria regalada a la ciudad por un ciudadano ilustre también ha sido seguida de cerca por la sección de astronomía de Aranzadi, que se ha entrevistado igualmente con responsables municipales para pedirles un cambio de posición acorde con los puntos cardinales. Por lo visto, las pruebas científicas y gráficas aportadas por los expertos han convencido al Consistorio, que ha reconocido que no está bien situada e incluso ha prometido modificarla.

Mientras tanto, donostiarras y visitantes seguirán perplejos al buscar los puntos cardinales en la tabla de piedra. "Es que esta ciudad ha perdido el norte", dice Álvaro García. Quizás, en el próximo equinoccio, pueda recuperarlo.

Y quizás, también, pueda protegerse la pieza de modo que la suciedad no borre los grabados de una mesa, creada igual que un reloj de sol.