- Con una experiencia más que dilatada en el Mesón Martín de la calle Elkano, los hermanos del mismo apellido decidieron cambiar de rumbo y embarcarse en un proyecto con un perfil de clientela distinto y en un barrio también diferente, El Antiguo.

En la calle Vitoria-Gasteiz funciona el Martín, un proyecto que se venía gestando tiempo atrás, pero cuya puesta en marcha coincidió con el azote de la pandemia. Todos los movimientos previos, como la venta de su anterior negocio y el cierre de todos los trámites necesarios para ponerse al frente del actual, hicieron que el Martín antiguotarra abriera sus puertas el 16 de agosto de 2020.

“Desde entonces hasta octubre se trabajó muy bien, cerrábamos a las 23.00 horas y dábamos cenas. Las condiciones eran otras”, recuerda Joaquín Martín.

“Cerramos el 6 de noviembre, abrimos el 11 de diciembre, nos volvieron a cerrar el 28 de enero, abrimos el 10 de febrero y cuando íbamos genial, volvimos a cerrar. Ha sido difícil”, apunta. “Pero al final sigues, aunque es complicado. Están, por ejemplo, las compras, en las que te hallas muy limitado porque no puedes hacer previsiones, no te arriesgas. Antes pedías diez cajas, ahora de una a una y pagando al momento”, explica. Con el nuevo cierre del interior en las horas fuera de desayunos y comidas, solo toca readaptarse.

“Parte del personal en ERTE, otros al 50%... En fin, todos andamos mal, no solo los hosteleros, sino los proveedores, las agencias de viaje y muchos otros sectores”, añade Martín, que lo tiene claro: “No nos queda más remedio que abrir, en las condiciones que sean. Hay que seguir funcionando”.

“Todos tenemos problemas, las empresas con negocios más grandes y los más pequeños. Tampoco tenemos gran ayuda de las entidades bancarias. Hay que seguir”, abunda.

“Todos los proyectos, los cálculos, se te caen”, constata Martín, que se encuentra al frente en la actualidad de un negocio en el que se nota menos la ausencia del turismo, aunque este tiene también su peso por la proximidad del Hotel Aránzazu.

“Estamos seguros de que cuando todo vuelva a la normalidad esto va a funcionar con fuerza. Lo vimos cuando se podía tomar esa copa tras el trabajo, hasta las 23.00, porque viene mucha gente del entorno”, declara este experimentado hostelero.

Y es que, asegura, con la comida solo no se puede funcionar, pese a que sea un eje importante. “Tener tanta gente para atender comidas, cenas no podemos dar, casi no justifica el esfuerzo. A las tardes es cuando la cosa se anima y en los aperitivos de la mañana. En esta zona la tarde-noche es muy potente”, constata.

“Ahora, todo lo que ofrecemos en mesa se hace al momento, con mucho peso del picoteo. Estamos un poco parados para animarnos a ofrecer más cosas. Hay que esperar”, explica.

Porque, lo tiene claro, materializar todas las ideas que tienen requiere de más personal y un horario más amplio. “Cuando todo se normalice, sabemos que este local tiene grandísimas posibilidades. Mientras, los hermanos tenemos que seguir llevando el mayor peso”, concluye.