Los encierros con más chispa, de noche

El programa de fiestas de los más jóvenes termina muchas veces tras los fuegos artificiales. Pero hay quien se queda con ganas de más chispa y lo tiene fácil. Tras el espectáculo pirotécnico que ilumina la bahía, la calle Miramar y sus alrededores se llenan de familias y cuadrillas deseosas de pegarse unas carreras delante de los seis toros de fuego que persiguen a unos y otros, para alegría de muchos y miedo de no pocos. Los adolescentes más traviesos y los padres con niños pequeños en brazos son algunos de los aficionados más tradicionales de este juego nocturno, que lleva incluido en el programa de la Aste Nagusia donostiarra 35 años.

El Ayuntamiento ha calculado que en cada uno de los encierros de los toros de fuego se llegan a concentrar entre 15.000 y 20.000 personas. Por ello, los forzudos que los portan a sus espaldas no solo tienen que estar en forma sino que tienen que ser muy cuidadosos para evitar percances. Los seis animales, que en el pasado fueron de piel auténtica y madera, son ahora de fibra de vidrio.

Los cronistas locales no saben exactamente desde cuándo existe el zezen suzko en la capital guipuzcoana, aunque es una constante en los documentos desde finales del siglo XIX.

Existen también referencias anteriores, como el escrito de un viajero francés de 1812, que relata cómo los carnavales donostiarras incluían entonces esta fiesta. También existen otros datos documentados, como el precio que pagó el Ayuntamiento en 1830 por estos animales de pega. Se sabe igualmente, que en la primera Semana Grande programada en Donostia, que tuvo lugar en 1876 según los historiadores, esta diversión ya existía. Los toros de fuego, por regla general, suelen salir en grupos de seis cada noche, como los auténticos en las plazas de toros. Esta noche se vuelve a repetir la cita- N.G.