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Las lavanderas y los masones, homenajeados con sendas esculturas

Latsarien Plaza y el Jardín de la Memoria reciben las creaciones artísticas

Las lavanderas y los masones, homenajeados con sendas esculturasFoto: N.G.

donostia - Dos nuevas esculturas dedicadas a las lavanderas que trabajaban en el río Urumea y a los masones donostiarras que fueron represaliados en la dictadura franquista se unieron ayer al paisaje urbano donostiarra. La primera de las obras escultóricas se puede contemplar en Latsarien plaza, del barrio de Loiola, y la segunda, en el Jardín de la Memoria, de Riberas de Loiola.

El concejal de Vías Públicas, Miguel Ángel Díez (PSE), señaló que la escultura en homenaje a las lavanderas “había sido una petición de vecinos de Loiola para recordar a las mujeres que trabajaron duramente al comienzo del siglo XX”. La escultura es un tributo a las lavanderas loiolatarras y es obra de Dora Salazar. Ha sido colocada en Latsarien Plaza, mirando hacia el río Urumea, donde durante las primeras décadas del siglo XX las lavanderas ejercían su trabajo, ocupándose del lavado de la ropa de la mayoría de hogares pudientes de la época así como de hoteles y veraneantes.

En 1923 el Ayuntamiento, a petición de las lavanderas, adquirió unos terrenos para construir un lavadero público, ya que el río no tenía las mejores condiciones higiénicas por el vertido de las aguas fecales de los cuarteles y del barrio. En 1928 se inauguró el lavadero municipal con 36 pilas independientes, un edificio que hoy en día es la casa de cultura de Loiola.

Por otra parte, el Ayuntamiento también había recibido una petición para recordar a las víctimas de la representación franquista, según recordó Díez. Para ello, se ha instalado en el Jardín de la Memoria la obra Memoria de una luz, una creación del artista madrileño José Miguel Utande.

logia Altuna berri Esta escultura ha sido donada a la ciudad por la Asociación Cultural Altuna Berri Kultur Elkartea, que da soporte a la logia masónica Altuna número 52 de Donostia.

La pieza está dedicada a la memoria de todos los represaliados por el Tribunal de Represión de la Masonería y el Comunismo durante la dictadura franquista y está especialmente dedicada a los miembros de la Logia Masónica Altuna número 15 que existió en la ciudad desde 1932 a 1936.

La obra trata de recrear el triángulo equilátero sobre los que descansan los postulados de la masonería liberal -libertad, igualdad y fraternidad-, al tiempo que desde la visión cenital recrea el símbolo del infinito para hacer partícipe al visitante de la reflexión existencial que preside toda la acción simbólica de la masonería.