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Dos siglos y medio centenar de cafés

una nueva publicación recorre la historia de las cafeterías donostiarras desde 1813

Dos siglos y medio centenar de cafésN. G.

LOS dos últimos siglos de Donostia, tras su resurgir después del incendio de 1813, han tenido en los cafés y cafeterías unos testigos de excepción. Estos locales protagonizan una nueva publicación del equipo compuesto por Lola Horcajo, Juan José Fernández Beobide y Carlos Blasco Olatxea. Tras dedicar distintos trabajos a las pastelerías donostiarras, los comercios centenarios y los ultramarinos de la capital guipuzcoana, los tres investigadores colocan ahora en las librerías su último libro: Historias de cafés y cafeterías 1813-2013. "Cuando empezaron se decía que el café era bebida de liberales y el chocolate, más absolutista", recuerda Horcajo.

El café Barandiaran, la Artesana el Oquendo, el Basque o el Bideluze son algunos de los nombres que están relacionados en la actualidad con la charla en torno a una taza de café o a cualquier otra bebida. Pero estos establecimientos son solo el último capítulo de una historia que sigue adelante. Décadas atrás sonaban nombres como el Bidasoa, y antes aún, el café Gaviria (anteriormente Xauen), el Guria, las cafeterías California, (una estuvo en la calle Hernani y su vidriera de motivos marinos luce ahora en el restaurante Bokado), el café Madrid, el Txoko... La lista es larga y cualquier ausencia restaría un pedazo importante a la historia de la vida social en Donostia. Por eso, todas cafeterías que pueden considerarse como tales tienen su hueco en la nueva publicación, que ofrece numerosas fotografías e imágenes antiguas, muchas de ellas sorprendentes por el lujo que desprenden y otras, por los cambios de la propia ciudad.

Uno de los datos que más pueden sorprender al lector es que el primer café que se considera como tal estaba dentro de la muralla, en el denominado Cubo Imperial, junto a la Puerta de Tierra (espacio que corresponde ahora a la esquina entre el Boulevard y la calle San Jerónimo, donde siguen existiendo cafés). Aquel local funcionaba ya en 1789, según quedó documentado, y era regentado por la familia Orty. Era un lugar oscuro y húmedo, conocido como Café de la Facunda, Café del Viejo Cubo o, cuando hubo más locales similares, Café Viejo. Ya entonces se degustaban helados en Donostia y Vishenta, la hermana de Facunda, era renombrada por su buen hacer con estos dulces. Este primer café donostiarra funcionó hasta que se derribaron las murallas, en 1863.

Entonces, la ciudad reconstruida y ordenada fue poblándose de pastelerías, muchas de manos de extranjeros, cafeterías y otros locales. Hace 150 años, lo que hoy llamamos Parte Vieja contaba con el Café de Pozzy (cafeteros suizos) en la calle Mayor, Leclerq y Escala, en la plaza de la Constitución, Café del Antiguo Oriente, en Esterlines... Pero había muchos otros, como queda constancia en la publicación.

Tras el derribo de las murallas comenzó a construirse el ensanche y, en esta nueva zona, fueron naciendo innumerables cafés y la ciudad empezó a convertirse en una atractiva plaza balnearia.

A finales del siglo XIX, el Boulevard se fue transformando en punto de cita y conciliábulo. El tráfico era entonces escaso -pocos coches de caballos y el paso periódico del tranvía- y las cafeterías crecieron de modo vertiginoso, según relata la publicación, y no eran modestas precisamente, según se puede observar en las fotografías de la publicación. El Café Oteiza, en la calle Miramar, el Europa en la calle Hernani, el café del Casino, el café del Norte, en el entonces paseo de la Zurriola, el café Colón, en la plaza de Gipuzkoa, el café de Francia, en la Avenida...

Más adelante, en el siglo XX, antes de la Guerra Civil, siguen naciendo lugares de reunión en el Boulevard, como el café Novelty, el café del Norte, el París, el Cho-ko o el Oliden. En la Avenida surgían otros que iban tomando fuerza como el Royalty, el Viena, el Rhin o el Madrid.

La historia de los locales hosteleros queda explicada con detalle en la publicación, que se centra también en las familias de empresarios del sector que han dirigido los locales, algunas de ellas hasta ahora.

Los lectores pondrán encontrar también rostros conocidos y familiares, ya que son muchos los empleados y camareros que salen retratados en las páginas de Historias de cafés y cafeterías 1813-2013.