Donostia. "Venga chavales. Amarrar bien los cabos que la balsa tiene que llegar a buen puerto", animaba Jony, de 18 años, a los tripulantes de su navío. A pesar de que sus compañeros no confiaban en que el barco cruzara el espigón del puerto, los jóvenes no perdían la ilusión. Pasara lo que pasara, la diversión estaba garantizada.

Y es que un año más, el puerto de Donostia acogió ayer una de las citas más multitudinarias de la Aste Nagusia: el ya famoso Abordaje del colectivo Donostiako Piratak, que después de conquistar la ciudad, ha empezado a apoderarse del resto del mundo.

Miles de corsarios venidos de distintos puntos del territorio y del Estado como Catalunya, la Comunidad Valenciana y Andalucía, incluso de otros países como Francia, se pusieron manos a la obra a las 8.00 horas para fabricar el que iba a ser el buque que les permitiría conquistar la playa de La Concha después de comer. Para ello, había que hacerse con los mejores materiales. Palés, bolsas hinchables, neumáticos, cañas de bambú, tuberías... hasta las mismas puertas de casa. Todo valía con tal de que la balsa se mantuviera a flote.

A media mañana, Jon Iturri animaba a sus tripulantes del navío Peña Hools. El capitán había caído enfermo esa misma mañana y, como segundo de abordo, a Jon no le quedaba otra que hacerse con el timón del barco. "¡Vamos holgazanes, a fabricar los remos! Y vosotros, ¡a improvisar la estructura del barco!", ordenaba el joven marino. "Por mi madre que este año salimos del puerto", exclamaba animado Gorka, otro miembro de la tripulación, que soñaba con llegar, por lo menos, hasta el gabarrón.

Por su parte, las Pitikiak urdían un plan secreto para hundir cada barco que se interpusiera en su camino. "El año pasado nada más salir nos volcaron, pero este año se van a enterar", reía Catrín, de 16 años.

Las balsas fueron tomando posiciones en las aguas del puerto donostiarra para esperar la hora del abordaje. Y, de repente, apareció la madre de todas ellas: su enorme estructura, soldada con tuberías, llamó la atención de los allí presentes y abrió paso a su veterana tripulación: han sido unos fijos desde el primer abordaje. Los componentes de La Gotxi desplazaron con cuidado la embarcación por la rampa del muelle.

Solo quedaba esperar para ver cuál de las más de 300 balsas llegaría antes a su destino, la arena de La Concha.