"FABULOSO. Cuando vas a otra ciudad te montas en un barco para recorrerla y parece que cuando estás en la tuya no haces lo mismo. Desde el Urumea, Donostia es otra ciudad. Hay otra perspectiva". Así se explicaba ayer a mediodía Pedro Uria nada más bajar del barco que le había llevado desde Martutene y Astigarraga hasta la desembocadura del río, en la Zurriola. Junto con su mujer y otros trece participantes, fue uno de los donostiarras que se sumó a la visita guiada organizada por la Fundación Cristina Enea en el marco del programa HidroLogikak, creado el año pasado para reivindicar el Urumea como un espacio vivo y lleno de posibilidades para la ciudad.
La visita guiada en barco por el río fue un éxito la pasada campaña y en esta segunda edición no podía faltar, además, por partida doble. Y es que a la organizada ayer le seguirá otra dentro de dos sábados, coincidiendo de nuevo con la marea alta.
Los participantes embarcan en Loiola, junto a las instalaciones de Ur-Kirolak, que colabora con esta actividad y les cede las lanchas. A partir de ahí quedan en manos del arquitecto Iñaki Begiristain, encargado de explicar el urbanismo y la arquitectura fluvial de Donostia a lo largo de la visita.
"Últimamente el río ha vuelto a ser noticia por las inundaciones. La visita trata de incidir en la visión positiva del Urumea como un espacio que se puede integrar en la ciudad. Ha sido un descubrimiento para muchos", explica Begiristain.
El arquitecto cuenta, a lo largo del recorrido, por ejemplo, que hasta hace no tanto el río era escenario de las fiestas de Loiola o Martutene. Había pruebas de natación, cucañas, juegos... Y, también, industria que trabajaba con embarcaciones. "El problema del urbanismo ha sido que el río ya no se veía como una oportunidad", añade, y lamenta que, por ejemplo, en Riberas, una carretera separe el nuevo barrio del Urumea o que el parque (el Jardín de la Memoria) se haya construido de espaldas al río.
"Ha sido interesante el recorrido y también descubrirlo desde la perspectiva de un arquitecto", contaba ayer Amaia Amilibia, que participó en la visita acompañada y animada por su madre, que ya estuvo en el Urumea el año pasado.
"Yo he venido más por el tema arquitectónico, soy estudiante de Arquitectura. Y ha sido interesante. Es curioso descubrir cómo las zonas de Martutene o Astigarraga son barrios más cercanos al río, con embarcaderos privados y accesos directos; después, cuando el río avanza, llegan los muros y la ciudad parece que está mucho más lejos", señalaba Ibon Alcoz, que acudió a la visita con su hermana Leire.
más posibilidades
"Si repetís, me apunto"
Algo más ajenos a las explicaciones pero disfrutando tanto o más se subieron al barco varios niños, como Garbiñe y Oier, que acudieron con su madre Isabel Oiarzabal y su tío. "Es otra perspectiva completamente diferente de Donostia", aseguraba Oiarzabal al quitarse el chaleco salvavidas.
"Si el año que viene repetís, me apunto otra vez", se despedía emocionado Pedro Uria. Y es que este año entró por lo pelos. "Para cuando llamé no había plazas libres, pero al final me avisaron de que se habían quedado dos vacantes", contaba este amaratarra aficionado a la fotografía que aprovechó, sobre todo, para sacar instantáneas de una Donostia diferente a lo largo del trayecto.
"Hace años mencionabas el Urumea y la gente pensaba en suciedad. Ahora cada vez está más limpio, hay que aprovechar las posibilidades que ofrece", insiste Begiristain. Ese es, precisamente, el objetivo de Cristina Enea con el programa HidroLogikak: en una ciudad que mira más al mar, volver la vista al Urumea y llenarlo de vida.