Donostia. Las mareas vivas que suelen darse en septiembre dejaron ayer la playa de Ondarreta llena de rocas. La bajamar provocó que miles de piedras que se encuentran habitualmente cubiertas por el agua saliesen a la superficie. Tanto fue así que casi se formó un camino pétreo entre la playa y la isla Santa Clara. De hecho, muchos donostiarras aprovecharon la marea baja para caminar entre las piedras y comprobar hasta qué punto de la bahía podían llegar sin mojarse los pies.