DONOSTIA. La orilla de Ondarreta presenta desde hace unos días una estampa bien conocida por los donostiarras aunque poco agradable y acogedora. Las piedras de la playa vuelven a aparecer y suscitan cierto malestar y polémica entre los bañistas y paseantes de la zona que reviven la situación acontecida el verano anterior.

A mediados del pasado mes de septiembre se extrajeron 21.000 metros cúbicos de arena de las excavaciones para construir el aparcamiento de La Concha y se vertieron sobre la playa de Ondarreta para intentar sofocar el problema. Sin embargo, las fuertes corrientes marinas han provocado de nuevo la desaparición de la tierra aportada en la zona más cercana a Igeldo, dejando una vez más las piedras al descubierto.

Los paseos por la orilla del mar, por lo tanto, se han convertido en una incómoda caminata, más que en la actividad relajante preferida por los ciudadanos de los alrededores: "La playa está impracticable para cualquier persona, pero además yo tengo los pies delicados y no puedo más que quedarme bajo la sombrilla", afirma uno de los transeúntes, que muestra su indignación tras la nueva imagen de la playa.

las mareas Sin embargo, el pedregal que ciertamente muestra un aspecto más salvaje y bravío no ha formado parte siempre del paisaje de la playa de Ondarreta. Según nos cuenta este bañista, las piedras han aparecido hace más bien poco. "Hace cinco o seis años no había piedras en la orilla, surgieron a raíz de las mareas y han hecho que hoy en día lleguen casi hasta el pico del Loro", explica.

Como era de esperar esta situación ha originado dos postulados contrapuestos entre los donostiarras. La parte de la ciudadanía más ecologista se muestra más resignada y compresiva al entender que el problema es cíclico y que depende de las corrientes, por lo que reconoce que la retirada excesiva de piedras podría ocasionar daños al medioambiente: "El año anterior pasó lo mismo. Yo vi cómo volcaban arena para cubrir las piedras y, sin embargo, las mareas han vuelto a llevarse la arena. En realidad no se puede hacer nada", confiesa con cierto aire de resignación uno de los bañistas.

No obstante, otra parte de la sociedad hace oídos sordos a esos posibles perjuicios medioambientales y aboga por una "playa en condiciones". "No hay manera de pasear por la playa, el Ayuntamiento tendría que hacer algo, que vuelvan a echar arena o que limpien la playa de piedras todos los días", señala uno de los presentes.

paseo imposible El malestar de este bañista no es aislado, según revela uno de los jóvenes tolderos que trabaja en la playa: "Mucha gente se acerca hasta aquí solo para darse un paseo y con este panorama resulta imposible".

Aunque en las primeras jornadas de baño de este verano no se registraron quejas sobre las piedras, la realidad es que, ya el pasado mes de diciembre, se notó que el vertido de arena suplementario no había hecho el efecto buscado. Aunque no era temporada de playas, muchos vecinos de El Antiguo pudieron contemplar la zona más cercana al Tenis llena de piedras en marea baja. Pero era invierno y pocos paseaban descalzos por la arena.

Con o sin piedras, lo cierto es que los donostiarras no han dejado escapar ni un rayo de sol y abarrotan la playa de Ondarreta para disfrutar de agradables jornadas con las incomparables vistas de la bahía. La resignación ha sido la opción escogida por los amantes del mar y la arena ya que ante las garras de la naturaleza, bien es sabido que las manos del hombre son insuficientes.