LA histórica parada de taxis situada junto al portal número uno de la avenida de la Libertad vuelve a funcionar después de un largo periodo de traslados. Desde que comenzaron las obras de construcción del parking subterráneo y del centro de deporte adaptado de la plaza de Cervantes, la parada ha transitado por otros puntos de la misma calle. Primero se ubicó enfrente, entre las calles Hernani y Miramar, después pasó al lado opuesto, entre Fuenterrabia y Loiola, antes de volver a su situación anterior. Entre uno y otro vaivén, también se llegaron a pintar las líneas de la parada en el tramo final de la calle Easo, pero desaparecieron en unos días y ni siquiera llegó a utilizarse. "Aquello fue rocambolesco", reconoce Ángel Arribillaga, de Radio Taxi.

Después de tanto trajín, parece que todo volverá pronto a la calma. Desde principios de este mes, los taxistas han conseguido regresar al número uno de la Avenida, como reclamaban desde hace tiempo, por lo que ahora se sienten "satisfechos" en ese sentido. Sin embargo, aún deben esperar a mediados de mayo, según les ha prometido el Ayuntamiento, para contar de nuevo con una marquesina, un pavimento correctamente asfaltado, y los postes de señalización de la parada.

Pese al regocijo de los trabajadores, la situación dista mucho de la que se daba cuando esa parada efectuaba el mayor número de servicios de las que existen en Donostia. "Nos han cambiado tantas veces, que los usuarios están desconcertados", relata Iñaki Pérez, de Vallina.

Los taxistas esperaban que el retorno a su histórica parada redundaría en un aumento del número de viajeros. Pero la pérdida de clientes ha sido "sustancial", y se ha reducido en torno al 60% respecto a los tiempos previos al inicio de la obras de Cervantes, indica Pérez. Ahora confían en que, poco a poco, todo vuelva a ser como antes.

Para ir a Gros

Por Urbieta y San Martín

Los clientes que se suben a un taxi al inicio de la avenida de la Libertad para ir a Gros, se asombran cuando el vehículo sale, gira a la derecha y va por la calle Urbieta. Después toma San Martín, y entonces los pasajeros miran a un lado y a otro, y deciden recordar al conductor que su destino es Gros, por si el taxista se ha equivocado. Lo que ocurre es que los vehículos no pueden salir de la parada y continuar en línea recta por la avenida, ya que existe un desvío provisional que les obliga a hacer un rodeo y seguir una ruta diferente para poder cruzar el río en sentido hacia el Kursaal.

"Al principio no se dan cuenta, y luego se llevan la sorpresa", cuenta Pérez. Un hecho que transforma el sobresalto del cliente en cierta irritación, ya que el recorrido añadido "repercute en el bolsillo del usuario", admite el taxista.