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A Pilartxo Echeveste Arana, in memoriam

HA muerto Pilartxo. Los que son de la Parte Vieja de toda la vida se acordarán de Pilartxo Echeveste. Acodada en su balcón de la calle San Jerónimo, esquina Poyuelo, segundo piso sobre la Koxkera, dejaba que la vida pasara bajo ella haciéndole guiños de todos los colores. Una durísima enfermedad ósea la dejó tullida desde niña, después de largos padecimientos que le llevaron de operación en operación. Ella, hasta sus últimos días, lo afrontó con humor. Con el humor de una calderera de la Hungría. A quienes la llamaban botakilo los fulminaba con su mirada, penetrante cual navaja de Albacete. Pero tenía siempre otra mirada cariñosa para los niños y una vieja canción para quien le quisiera escuchar. Decía que Dios no le había dado un cuerpo como es debido, pero que le había dado humor, oído y gusto para cantar.

Era hija de Manolo Echeveste y Carmen Arana. Descendiente, por lo tanto, de aquel Arana que hizo la plaza de toros de San Sebastián. Vivió casi toda la vida en la Parte Vieja. Cuando se casó con Amadeo Andrés (de Fitero), y sólo por motivos de trabajo, tuvo que abandonar las koskas para pasar a vivir a Ategorrieta, donde tenían un pequeño negocio de gomas y vulcanizados. Pero su vida, su recuerdo, su pasión, estuvo siempre en la Parte Vieja, a cuya Brecha iba prácticamente todo los días a enredar entre las caseras y a hablar de la Real, de la que era forofa impenitente. ¡No sabe la Real la incondicional seguidora que se le ha ido!

Se cuenta que en una ocasión una persona se hizo, por casualidad, con la táctica que el Betis iba a emplear al día siguiente en su partido contra la Real. En lugar de ir directamente con el cuento al entrenador del equipo contrario, Toshack a la sazón, decidió llevar a cabo una encuesta entre personas representativas de diferentes sectores -maestro, sacerdote, profesor de ética, futbolista, antifutbolero, periodista (quien, por cierto, dicen que respondió que se la entregase a él, y sólo a él, que la guardaría en secreto), niños y mayores,...- y, por último, a un hincha de la propia Real, que resultó ser Pilartxo. Dicen que respondió: "¿... decirle a Toska? ¿Para qué?, si vamos a ganar". Al final el secreto quedó sin desvelar y la Real ganó 2-0.

Su padre era un sastre muy popular en la Parte Vieja y en las cercanías de Ollagorra. Era nuestro Manolo Pirolo particular, "el aitatxo nuestro", como decía ella. Pilartxo cosió en Cortajarena, de lo que estaba muy orgullosa. Cosía también en Fermín Calbetón, y por su cuenta hacía trajecitos a los chavales que iban allá a ayudar a deshilvanar, a colaborar en las barrabasadas que perpetraba en su escalera, a columpiarse en la cocina y a iniciarse en los inciertos secretos de la "Marañón" (la depilación), a la que también se dedicaba.

Su pasión eran las canciones antiguas, las zarzuelas, las habaneras, las viejas canciones de Donosti. No le había dado Dios una voz potente, pero sí le había dotado con un excelente oído y un gusto extraordinario para la música, y, sobre todo, para las canciones populares. Se ha ido un referente de nuestra Parte Vieja, una persona muy querida y también un archivo sonoro.

Al morir su marido y su hermano, Fermintxo Echeveste, abandonó su casa de Ategorrieta y se vino a vivir a la calle Oquendo, con la vista en su querida Brecha. Los domingos se cogía el autobús y se daba la vuelta a Nueva York, como ella decía. Su invalidez le produjo varias caídas pero era tan orgullosa que no había manera de ponerle en silla de ruedas. Decía que moriría de pie, y así ha sido. Pudo ver aún el matrimonio de su hijo Imanol con Elena, y el entronque con una querida familia eibarresa (de difícil confluencia en lo futbolístico, por aquello de la cercanía a Bilbao). Lo que más le dolía era no poder ir a su Brecha a hablar con las caseras. En su nuevo piso -Arantxa era la que la cuidó con mimo hasta el final- se pasaba horas muertas en lo que ella llamaba el coche parado (el mirador) contemplando desde un lateral el pedazo que le quedaba de su Parte Vieja, del Castillo, de su Brecha del alma, con una canción de Black el payaso en los labios.

Deja dos hijos y dos preciosas nietas. Que descanse en paz.