"que pongan algo cuanto antes, que subo esta cuesta tres veces al día", reclama una vecina. Esta misma semana arrancarán las obras de la calle Lizardi de Intxaurrondo. Instalarán nuevas rampas mecánicas para facilitar el acceso a las viviendas y comercios situados a lo largo de una cuesta empinada de 30 metros de longitud.

La intervención consistirá en situar un total de cinco cintas transportadoras en el lado de los portales pares -a la derecha-, destinados a facilitar la subida y que alcanzarán una velocidad máxima de 0,5 metros por segundo. La rapidez disminuirá cuando no haya viandantes sobre ella, para no malgastar energía y lograr un ahorro de entre un 30% y un 70%. La acera de enfrente será utilizada para descender, reurbanizada con pavimento antideslizante y con pasos para peatones rebajados.

Los residentes y trabajadores de los alrededores de la calle Lizardi, que conecta la parte alta de Intxaurrondo con el Paseo Zubiaurre, esperan como agua de mayo la inminente ejecución de las obras. "El scalextric ese es muy necesario y creo que estaremos mucho mejor", afirma José Ignacio Martínez, que acude a diario a rehabilitación con muleta incluida y que se ve resignado a "jugársela" en la prolongada pendiente.

dificultades

Mucha gente mayor

Y es que en Intxaurrondo Zaharra sobran cuestas, al tiempo que abundan las personas de edad avanzada. "Aquí vive bastante gente mayor, aunque muchos nos estamos yendo. Esto está totalmente muerto y los jóvenes lo tienen como barrio dormitorio", asegura Luis, un jubilado que lleva 50 años viviendo en la zona. Añade que "hay días que esta calle es un río", una opinión que comparte Rosario Ruesgas. Esta valenciana de 65 años lleva 40 en Intxaurrondo: "Cuando llueve no sabes ni dónde pisar, porque como no hay casi alcantarillas se inunda todo".

Los lugareños opinan que esta mejora en la comodidad servirá como incentivo para recuperar dinamismo en el barrio. Así lo confirma la lasarte-oriatarra Irene: "Los que viven abajo no suben arriba, ya que todo son escaleras; además, malísimas". "La cuesta es matadora y creo que las rampas van a servir para darle más vida al barrio. Incluso ayudará a que suban el precio de las casas", declara Carmen Castro, una residente de 64 años. Asegura que "las escaleras ponen nerviosa a mucha gente", tal y como le ocurre a Teresa Bastero, de 78 años: "Me da mucho miedo bajar por el desnivel".

Hasta los trabajadores del barrio parecen satisfechos. "Las obras estorbarán, como todas, pero serán para bien. Porque así habrá más paso de gente y eso siempre es mejor para los establecimientos", manifiesta el joven carnicero Igor Zabaleta. Al igual que Charo García, cartera de la zona, que reconoce que a ella la rampa le vendrá "estupendamente".

Los vecinos, de todos modos, preferirían tener una cinta de subida y otra de bajada, aunque casi todos los consultados aseguran estar conformes. Como Xanti Elizalde: "Antes no teníamos nada y ahora hay más cosas. Mejor si hubiera también para bajar, sobre todo para los que tenemos mal las rodillas, pero es una buena idea. El dinero que se gaste en los barrios está fenomenal".