Donostia. Sólo quedan unos meses para que el Aterpe de Cáritas, que actualmente se encuentra en la calle Pedro Egaña, se traslade a su nuevo hogar en la parroquia de la Sagrada Familia de Amara y así ocupe el lugar dejado por el Museo Diocesano.

Aterpe es un centro de acogida para personas sin hogar, en el que se busca su desarrollo personal y su integración completa en la sociedad. Previamente, esta casa de acogida tuvo su primer emplazamiento en la basílica de Santa María, en la Parte Vieja. No obstante, debido a unas obras que debían realizarse, se trasladaron de manera "provisional" a un bajo que les cedió la compañía de los Carmelitas Descalzos en su parroquia y por el cual los responsables de Aterpe se encuentran "muy agradecidos". José Antonio Lizarralde, Pottoko, responsable del centro, explica que gracias a los Carmelitas han "conseguido mantener toda la estructura que es necesaria para esas personas que están pagando la injusticia social". Ahora les ha llegado, de nuevo, la hora de mudarse de barrio y asentarse de manera definitiva.

El lugar que ocuparán en un futuro cercano es el espacio que ocupaba el Museo Diocesano, en la parroquia de la Sagrada Familia, en la calle José María Salaberria. De hecho, desde julio de este año, todos los objetos y piezas del museo se encuentran guardados en un almacén a la espera de que sean colocados en el nuevo emplazamiento. Aunque no se ha comunicado de manera oficial, todo apunta a que el Museo Diocesano se situará en la basílica de Santa María.

El espacio dejado por el Museo Diocesano es "óptimo" para el "desarrollo personal" para los usuarios de Aterpe. Las dimensiones de la Sagrada Familia permitirán mantener el mismo grado de asistencia que ofrece actualmente el centro, desde los servicios de alimentación, higiene y salud, hasta la sala de noche donde pueden pernoctar las personas sin hogar. "También tienen derecho a tener estructuras adecuadas a sus posibilidades, capacidades y necesidades, para intentar lograr el mayor proceso individual posible y que dignifiquen el día a día todo lo posible", comenta Pottoko.

Asimismo, la parroquia de la Sagrada Familia es un lugar de muy fácil acceso puesto que cuenta en las inmediaciones con la estación del Topo y diversas paradas de autobús.

En estos momentos, los responsables del Aterpe se encuentran ultimando las licencias para poder llevar a cabo las obras para adaptar el espacio a las necesidades de la casa de asistencia. Pottoko asevera que desean "ser estrictos y rigurosos" con el papeleo, lo que ha hecho que la fecha de traslado, fijada para finales de año, haya tenido que ser retrasada.

Integración en el barrio Cuando llegaron a la calle Pedro Egaña, según relata el responsable, a los vecinos no les atraía la idea de que instalasen un centro como Aterpe en el lugar. Sin embargo, en seguida, todos los recelos que tenían los residentes de Amara Zaharra fueron disipados. "Con el tiempo se han dado cuenta de que es algo provechoso para el barrio", asegura, al tiempo que añade que son "los primeros interesados en generar cohesión y en que Aterpe se integre en el barrio".

Tanto es así, que muchos vecinos de la zona han acabado regalando alimentos e, incluso, hay personas que se han decidido a colaborar de manera activa en él. Estos forman parte de un total de 165 voluntarios que "con un amor incondicional hacen posible que Aterpe abra sus puertas". "Allá donde hay voluntarios se sensibiliza y se transforma", asegura Pottoko. Por todo ello, en su nuevo emplazamiento, también desean desarrollar un proyecto "integrado en el barrio" y que genere "cohesión".