donostia. Este verano la barandilla de La Concha está recibiendo una nueva capa de pintura. Un total de doce pintores, custodiados por dos encargados, llevan trabajando en ella todo el verano, con el fin de que guipuzcoanos y turistas puedan encontrar una barandilla pulcra y brillante. El donostiarra Luis Pescador, carpintero de profesión, es uno de los que está colaborando en este trabajo, que se prolongará hasta enero del próximo año.
Ustedes pertenecen a un plan del Ayuntamiento de Donostia para dar trabajo a personas que están en paro. ¿Desde cuándo está usted en esta situación?
Mi profesión es la de carpintero y eso es lo que vengo haciendo desde hace años. He estado de autónomo siempre, pero en el mes de febrero de este año, aproximadamente, el trabajo comenzó a descender considerablemente. En ese momento decidí darme de baja en autónomos, ya que vi que la situación no iba a mejorar, sino todo lo contrario. Luego, me enteré de que se solicitaban personas para este trabajo desde el Ayuntamiento y no dudé en apuntarme.
¿Cuál será su futuro laboral una vez terminado este trabajo?
Sabemos que esto es temporal y que una vez terminado no nos va quedar más remedio que buscar otra cosa. Llevamos trabajando en esto desde el 4 de julio y, de momento, tenemos contrato hasta el 4 de enero del próximo año. Una vez que esto se termine intentaré buscar un trabajo de lo mío. Soy consciente de que con la crisis el tema de la construcción está bastante mal pero, bueno, habrá que probar suerte.
¿Este programa de ayuda por parte del Ayuntamiento no les ofrece nada más?
No, en principio no nos ofrecen nada más. Este contrato es únicamente para seis meses y si, por ejemplo, el año que viene volviera a salir a concurso un plan de estas características, no podríamos apuntarnos al mismo trabajo y, en caso de querer trabajar, tendríamos que optar por otra clase de labores.
De todas formas no le habrá resultado difícil adaptarse a esta modalidad, dada la similitud con la suya.
No, la verdad es que no. Como he dicho, yo he trabajado siempre de carpintero y la verdad es que me he adaptado bastante bien. Sé lijar y sé barnizar y, más o menos, esto es parecido y lo vamos haciendo.
Al ser donostiarra, tal vez le haya resultado especial acicalar un icono tan especial como es esta barandilla, creada por el arquitecto Alday hace justamente 100 años.
Pues la verdad es que la barandilla sí es una figura importante de nuestra ciudad, y más aún cuando cumple 100 años, pero tampoco es algo que me entusiasme en exceso. Creo que es como otro trabajo cualquiera. Aparte de aquí, también he tenido la oportunidad de trabajar en otros edificios de renombre de la ciudad, por lo que no me parece que sea algo extraordinario.
Estamos en verano y desde este lugar en el que usted trabaja ve todos los días a cientos de personas disfrutando de la playa. ¿Se le enciende la envidia cuando mira para abajo?
Pues sinceramente digo que no me dan ninguna envidia. Aunque resulte raro al ser donostiarra, no soy demasiado playero, me gustan más el monte y la piscina. Además, me ha tocado trabajar en muchas ocasiones durante estos meses, ya que en agosto la gente se va de vacaciones y dejan las casas vacías, y es cuando aprovechan para hacer las reformas, pintarlas... Por eso no me supone mayor esfuerzo el hecho de trabajar durante estos meses estivales.
La barandilla cumple 100 años pero el diseño se mantiene intacto. ¿Cree usted que está anticuada? ¿O está bien así?
A mí la barandilla me encanta y no creo que haya necesidad de cambiar el diseño. Lo que pasa es que 100 años pesan y hay tramos en los que padece un deterioro considerable. Por eso creo que habría que poner una nueva, o al menos renovar los tramos que más deteriorados están. Es verdad que antes de que empezáramos nosotros a trabajar aquí hubo albañiles reparándola pero, aún y todo, reitero que pese a que es hierro, hay tramos muy deteriorados que habría que sustituir.