Donostia. Los vecinos de la calle Merkezabal, en Aiete, están a dos semanas de recuperar la normalidad un año después del derrumbe de una ladera del monte Puio. El desprendimiento del 27 de marzo de 2009 provocó el desalojo de una veintena de familias de los portales 34 y 36 de esta calle. Se acaba de cumplir un año de aquel día. No era la primera vez que el monte Puio cedía en Merkezabal, puesto que un mes y medio antes, el 7 de febrero de 2009, ya se había producido otro corrimiento de menor envergadura. Esta pesadilla parece que llegará pronto a su fin.
La solución, que ha costado un millón de euros y algo más de nueve meses de labores, está a punto de darse. Según apuntó ayer a este periódico la concejala de Vías Públicas, Ana Rivilla, "faltan por tensar los últimos tirantes porque no han llegado las placas", unas piezas que se recibirán "el próximo lunes o martes" y permitirán dar a esta obra el último arreón.
La previsión que maneja el Ayuntamiento es que la obra esté terminada para dentro de unas dos semanas. Los trabajos comenzaron en julio del año pasado, después de analizar distintos sistemas para anclar el monte Puio, muy castigado por las fuertes lluvias del invierno de 2009.
La reconstrucción de esta ladera de 30 grados se ha llevado a cabo mediante un sistema de vigas de hormigón ancladas, que se han recubierto de una malla de triple torsión de acero galvanizado entre las vigas con el fin de evitar la caída de pequeños fragmentos y se recubrirá. Asimismo, se ha habilitado una pista en la base de la ladera, con el fin de que pueda acceder la maquinaria y como medida de protección de los edificios.
La separación entre la ladera y las viviendas es ahora unos cuatro metros mayor, lo que ya ha supuesto algunas ventajas para los vecinos, que ahora reconocen que cuentan con "más iluminación y menos humedades en sus casas".
"un trabajo complicado" Tras la colocación de las últimas placas y la tensión de los cables, la semana que arranca el día 26 se procederá a los últimos remates y la hidrosiembra de hierba para que la ladera quede verde. Según afirmó Rivilla, ha sido "un trabajo complicado debido al mal tiempo y las importantes lluvias sufridas durante octubre, noviembre, diciembre y enero.