E L gas circula por las calles donostiarras desde hace 140 años, aunque entonces su utilización era muy restringida y, principalmente, se empleaba para el alumbrado público. Esta situación llegó a perdurar hasta 1961, cuando desapareció el último farol de las calles, según recuerdan algunas crónicas.
Precisamente aquel año se cumplía un siglo desde que la ciudad había optado por construir una fábrica de gas, que colocó en el barrio de San Martín -en las inmediaciones de lo que hoy conocemos como cerro de San Bartolomé- con destino a fabricar gas para el alumbrado público. Las autoridades militares de la época no querían tener una infraestructura peligrosa en pleno cogollo urbano y por ello optaron por situar la fábrica en el barrio de San Martín.
Pocos años después, en 1893, se construyó la Fábrica de Gas de Morlans, derribada recientemente para acoger el nuevo colegio, que abrió sus puertas el pasado mes de enero.
La elaboración del gas que empleaba la ciudad en su alumbrado público tenía como materia prima al carbón de hulla en sus primeros tiempos. Más adelante, el gas se fabricó por medio de nafta ligera, un derivado de la destilación de petróleo, con el que se conseguía el denominado gas ciudad, que las nuevas viviendas del centro donostiarra y el barrio de Amara iban incorporando, lo que les dotaba de un plus de confort del que carecían las zonas más antiguas de la ciudad.
Las tuberías del gas, entonces de hierro, fueron extendiéndose poco a poco y, en las décadas de los 80 y 90 del pasado siglo, se ramificaron por la práctica totalidad del término municipal donostiarra.
La conexión del gas con la capital guipuzcoana sigue aún vigente y muestra de ello es que el nuevo colegio de Morlans acogerá parte de la historia industrial donostiarra, con la inclusión en su pabellón de gimnasio del viejo gasomotor. Por su parte, el gasómetro de 1890, un depósito de 800 metros cúbicos de capacidad, que había sido construido en la ciudad francesa de Lyon por la casa Bonet- Sparing, estará instalado en la nueva zona urbana.
Pero, además, la ciudad seguirá ingresando dinero por la desaparecida fábrica de gas, al menos si se cumplen los planes municipales. Como se recordará, la factoría donostiarra y demás empresas vascas del sector se integraron en el grupo Naturcorp, que después pasó a formar parte de la empresa Naturgas. El Ayuntamiento donostiarra quedó como socio de esta entidad y, en la actualidad, prevé vender sus acciones para ingresar fondos con los que llenar las secas arcas municipales. Aunque la venta de acciones no se ha formalizado aún, el alcalde, Odón Elorza, ha calculado que los ingresos que reportarán pueden ascender a 53 millones de euros.